viernes, 19 de octubre de 2012

No eran tres, la brujas, sino cuatro


En este texto, sugerente e intenso, firmado por Giulio Ferretto, la nueva perspectiva se convierte en recontextualización que dispara los significados: las brujas de Macbeth están en Chile la mañana del 11 de septiembre de 1973...

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No eran tres, las mujeres que se aparecieron a Macbeth eran cuatro, para hacerle la profecía de que no sólo sería rey, sino que también hombre capaz de acatar su voluntad que al fin no pudo. « ¿Pudo decir Macbeth la verdad? 

Esa mañana amaneció  con ruidos de helicópteros  que cruzaban el cielo de la ciudad. No sabía por qué tanto estallido estrambótico de las aspas de las máquinas infernales. No estaba acostumbrado a especular ni averiguar en la tele. Ese día decidí despertar yo a mi padre y acompañarlo barrio abajo en dirección al mar.

Caminamos respirando  casi el primer olor del puerto. No podía quitarme de mi mente a las tres mujeres que había visto cerca de los embarcaderos. Decidimos caminar rápido y nos despedimos hasta la noche. Estaba nublado, pero quise ir a esa casa para ver que pasaba. Tenía un presentimiento tal como muchos chilenos ese día. Como pude escalé los peldaños del cerro. Una escala de la puta madre como un puente que no paraba de dar giros que odiaba paso a paso. A mi espalda el puerto. Los barcos  y esos malditos helicópteros.

Las botas  de cuero sonaron estruendosamente con el taco aguja empujando un piso encerado de pino oregón en aquella casa hermosa y blanca. Por la ventana vi el eterno plan que les quitaba el sueño. Cada tanto lo ensayaban. Una de ellas interrumpe 

-¿Dónde vas?

-Apenas lo sé: ¿has oído las noticias que hay por ahí?. Seguía con la mirada a la otra.

-Sí, que el Rey ha muerto. 

-Malas noticias; respondió la otra que estaba en la penumbra.

- Raras veces ocurre lo mejor: me temo que va a resultar un mundo agitado. 

-¡Alguien proteja al mundo! 

-No sé que pasará. Apuntó la de más edad.

-¿Son ciertas las noticias de la muerte del Rey? 

-Sí. Pero no se sabe de que ha muerto. si lo mataron... 

-Vamos a ver un mundo en apuros. 

-No, no; su hija reinará.

¡Ay del país que esté gobernado así! 

-¿En él hay esperanza de gobierno?... una de ellas camino con rabia 

-Así estaba el país cuando la tierra tembló hueona

La más joven -¿Así estaba el reino? Este país estaba enriquecido con buen consejo político: entonces él tenía gente virtuosa que lo seguía. 

- Una de ellas interrumpiendo y gritando enfurecida- ¡También éste tiene a su padre, madre y a los otros!. 

- la otra cerca de allí- Mejor sería que todos fueran por parte de padre, o mejor que no los hubiera en absoluto por parte de padre; la lucha por quién va a estar más cerca nos alcanzará a todos demasiado de cerca, si no lo impide alguien. ¡Todos los hueones significan peligro! 

En voz baja la mas joven. – Tememos ahora lo peor, pero…. – en voz baja- todo ¿irá bien? 

La de más edad -Cuando se ven nubes, los hombres prudentes se ponen la capa; cuando caen hojas grandes, entonces el invierno está cerca; cuando se pone el sol, ¿quién no espera la noche? Las tormentas intempestivas hacen que los hombres esperen carestía... 

La más joven como si me estuviera mirando

-Quizás todo vaya bien, pero, si alguien lo dispone así, es más de lo que merecemos; los corazones de los hombres están llenos de miedo: casi no se puede hablar con nadie que no tenga un aspecto abrumado y lleno de temor. 

- De pronto haciendo un círculo y mascullando entre dientes algo que no podía descifrar, sólo alcancé a escuchar esto:

-Antes de los días de cambio, por un instinto divino, los ánimos de los hombres temen el peligro que viene. Así como, vemos hincharse las aguas antes de una fuerte tormenta... 

-¿Dónde vas? La ventana se me abrió un poco y por poco me descubren

-Pero dejémoslo todo así 

¿Dónde vas? 

-Nos habían mandado llamar. 

- A mí también... 

El brillo de la madera del implacable piso de la casa me delató por el puto rayo de sol que giró enfocándome. Me vieron no cabe duda. Vi la belleza insolente de sus cuerpos que parecen estar hechos  mano. El color negro de sus vestidos apretados las embrujó aun más y las llenó de violencia. No se sabía cuántas eran. Era verdad  lo del conjuro. Corrí por la escalera de giros sin mirar atrás.!no mires! Corrí casi deslizándome sin querer por el asfalto elevado. Ellas vendrán. Llegué casi  por milagro al puerto. Ese día escuché más temprano que tarde el último discurso de Allende. Nunca mas volví a ver a mi papá.

Giulio Ferretto 2012

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