lunes, 28 de julio de 2014

Olas cristales

Los estudiantes del programa de Julio del programa de la University of Virginia en Valencia escribieron poemas tan excelentes como este. No solo disfrutaron de la playa, sino que la escribieron... "Olas Cristales", de Liza Currin.

______________________________




Las olas del cristal
Saltan al cielo oscuro
Alcanzando la luna.
Suben, suben, suben, suben
Hasta la perla en el corazón de la noche

 ¡Pero el cristal!
El cristal no puede sobrevivir en el aire tan frío;
El cristal es
            Transparente
            Quebradizo
            Y ciego en tinieblas
¡Ay! Las olas caen y se estrellan en el aire vacío
y esperan

Liza Currin 2014

viernes, 25 de julio de 2014

Microrrelatos III

También en el programa intensivo de julio, mis estudiantes  de la University of Virginia en Valencia han escrito microrrelatos en homenaje a Augusto Monterroso. Este ha sido el resultado.

__________________________________

1
(Adam Scherbenske)

De repente, no hay sol y empieza la lluvia.


2
(Jesús Peris Llorca)

Cuando la vi por primera vez, comprendí que yo hubiera hecho lo mismo.


3.
(Katherine Ryan)

La ola viene. Y después sale. Y se repita para siempre.


4
(Liza Currin)

Tu camiseta azul está en la secadora.


5
(Zach Calhoun)

Mi hijo perdido
Arriba del ruido, solo comprendí un sonido. Mi hijo gritaba mi nombre. La luz desapareció y todo el mundo se volvió a negro.


6
(Charlotte Chudy)

Ella no sabía el momento correcto para abrir la puerta.


7
(Katherine Rendleman)

El libro
Yo lo acababa de leer y empecé de nuevo.


8
(Sophie Currin)

Comí el croissant y empezé a escribir.




miércoles, 16 de julio de 2014

Perdida

Ahora que el programa de Michigan State University en Valencia está a punto de terminar, este texto de Allison Hazy recuerda las impresiones del primer día: ese momento exacto de todo viaje en que uno siente que está empezando a encontrarse a sí mismo y a descubrir hacia dónde debe caminar.

_________________________________



Las personas estaban en todos partes de la plaza. Algunos eran jóvenes, algunos viejos, algunos estaban caminando y algunos se quedaban quietos. El sol brillaba, el calor de los rayos penetraron mi cuerpo. Que aún no estaba acostumbrado al sol de España. Era mi primera vez en España. Había llegado a Valencia el día anterior. Todo parecía nuevo. Incluso las cosas que he visto mil veces parecían extrañas bajo la luz española. Mi cabeza estaba abrumada por la abundancia de información que estaba viniendo de mis ojos y orejas.

Yo estaba en medio de un recorrido por lo que se conoce como “la ciudad vieja”. “La ciudad vieja” era un nombre extraño para mi, porque la ciudad era muy nueva para mi. ¿Quién puede decidir cuando algo se debería llamar viejo? Se consume por tecnologías modernas como todas las otras ciudades alrededor del mundo. La playa no se llama “la playa vieja” aunque es más antigua que la ciudad. ¿Es el número de años, la relatividad o simplemente arbitraria?

Una buena señora estaba dando el recorrido, pero podría haber estado hablando conmigo en alemán. Yo no tenía ni idea de lo que me estaba diciendo o viendo. Monótonamente estaba siguiendo el grupo de desconocidos. Desconocidos con los que pasaría la mayor parte de mi tiempo por los próximos dos meses. Desconocidos, que me han dicho, iban a ser mis amigos al final de nuestra aventura española. Era posible, pero en ese momento, me sentí tan sola.

Me sentí sola aunque estaba rodeada de muchas personas. La gente llegó a ser borrosa y el sol se ocultó detrás de una nube. Era sólo yo y mis pensamientos. Mis pensamientos no eran alentadores. Yo tenía miedo de estar en un lugar extraño y sin amigos o familia. Yo tenía miedo de hablar y comprender un nueva lengua. La voz dentro de mi cabeza me dijo que no podía hacer. Me sentí muy perdida. De repente no sabía quién era yo ni por qué estaba allí. Tal vez no sabía quién yo era en realidad y este lugar extranjero sólo iluminaba este hecho. O tal vez no sabía quién yo era en España aunque debería haber sido la misma. Mi cabeza estaba girando más rápido y más rápido. No tenía control.

El sonido de las campanas de iglesias me despertó de mi aturdimiento. Miré alrededor y no vi a nadie familiar. No reconocí a ninguno de los adornados edificios en todas los lados. Me encontraba perdida. He buscado desesperadamente para mi grupo. Sesenta turistas americanos deberían haber sido fáciles de encontrar. Casi dejé la esperanza de reunirme con mi grupo. Casi decidí volver a mi casa. Pero no hice. Decidí probar una vez más. Este vez, subí las escaleras y miré desde un punto de vista más alto.

Desde allí pude ver toda la plaza. La ciudad ya no parecía demasiado grande o de miedo. Yo pude ver donde había estado y donde tenía que ir. Yo había encontrado a mi grupo y sabía exactamente dónde tenía que ir. Yo estaba cerca todo el tiempo, pero no podía verlo. Yo nunca me perdí. Sólo necesitaba una nueva perspectiva para encontrar lo que estaba buscando.

 Allison Hazy 2014