miércoles, 26 de febrero de 2014

Polaris

Hoy os presento un sorprendente poema visual de Alex Sauer:


Alex Sauer 2014

lunes, 17 de febrero de 2014

Un mundo de papel

El segundo relato del programa de Primavera de 2014 es un cuento fantástico escrito por Alex Sauer:

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-¡Mamá!

Ella siente que la mano pequeña está tironeando mi manga.

-Cariño, ¿qué he pasado? ¿una pesadilla?

-¡Mamá! No. ¡Mi sombra desapareció!

-Vuelve a la cama mi hija, no ha pasado nada.

Y comenzó nuestra historia.

Mi hija era como otros niños de su edad. Jovencita y llena de imaginación. Ella tenía una creencia impresionante y confidente en su imaginación. Muchas mañanas durante el desayuno, decía sus sueños de la noche anterior. Terminaba en ella estaba parada sobre su silla con moviendo salvajemente las manos por todas partes y sus ojos brillando con una intensa mirada de verdad. Reíamos y reíamos. No paraba ahí. La imaginación llenaba su vida pequeñita. Le daba un lápiz y un papel. Dibujaba y dibujaba hasta que el papel era otro mundo fantástico. Después, ella caminaba sus dedos a través del su mundo de papel y explicaba la gran aventura de su propio protagonista ficcional. Los cuentos eran fantásticos incluso para una adulta como yo. A veces, pensaba que este mundo de líneas en papel era casi actual. Pero, no era. Yo era una jovencita también. Había tenido mi propia imaginación, pero ahora sé que la imaginación era un condición de ser joven e inocente.

Me parecía que a mi hija le gustaba mucho la idea que su sombra pudiera desaparecer. Cada noche, mi hija, Estrella, mi estrellita, venía a mi habitación para decirme que su sombra había desparecido otra vez y cada noche, me decía lo mismo.

-Vuelve a la cama mi hija, no ha pasado nada.

La primera noche, ella anduvo en los puntos de pie de vuelta a su propia cama contenta con mi respuesta y la segunda noche continuaba lo mismo pero ella se aseguró de suspirar dramáticamente en mi respuesta. La tercera noche, estaba enfadada con ella. Solo decía "Vuelve a la cama". Y ella trataba de tironear mi manga. "Estrella, vuelve a la cama." Si las luces no estaban apagadas, la veía hacer un mohín. Finalmente, en la cuarta noche, fui a su habitación con ella.

-Mira su sombra está aquí, Estrella. ¿Ves?

-Sí mamá, pero ha desaparecido.

-No ha desparecido Estrellita, solo parecía  así. En lo obscuro, ¿Ves es muy muy negra? Negrísima. ¿Lo ves?

-Mamá, yo sé. Lo veo. Pero mi sombra ha desaparecido y no es mentira.

-Vuelve a la cama mi hija. No ha pasado nada.

            La próxima noche, ella venía otra vez con más entusiasmo para mostrarme que no era mentira, pero solo yo decía lo mismo. "Vuelve a la cama mi hija, no ha pasado nada" La ultima noche de la semana, no me dormí bien, esperando que la pequeña mano tironeara mi manga, pero ella nunca venía para decirme que su sombra no estaba ahí.

            Por la mañana, le pregunté a ella que había ocurrido la noche anterior. Como siempre, sus ojos brillaron y comenzó a contar el cuento de sus sueños y cómo su sombra había desaparecido. No sabía por qué me dejó los cuentos de mi hija durar por tanto tiempo, pero después de otra semana de escuchar sus sueños, no podía permitir más.

            -Estrellita, cariño, no vamos a hablar de tu sombra más.

            -¿Por qué?

            -Por que Estrella no es actual. Me encantan tus cuentos, pero no quiero que tu pienses en este cuento más.

            -No es un cuento, mamá.

       -Vale, Estrella. No quiero que tú no imagines. Por favor, solo no hables de esta tontería.  ¿Entiendes?

            -Sí mamá.

            Una semana pasaba y Estrella no decía nada de su sombra. Pero un día, cuando ella dibujaba, se cayó de su silla. Rápidamente corrí por la sala.

            -¿Qué pasa?

            -Nada.-

            Podía ver que ella trató de contener un sonrisa.

            -¿Qué pasa, Estrella?

            -No quieres oír mi cuento. Tu no me crees.

            -Una vez más, ¿qué pasa?

            -Mi sombra y yo estábamos jugando cuando me caí de mi silla.

            -Tu no puedes jugar con una sombra.

            -Me ha decido que tu no creerías. ¿Puedes guardar este mundo de papel con los otros, mamá?

            -Dame.

En este momento, decidí dejar ir las locuras de mi hija. Solo era su imaginación. Abrí el armario donde guardaba los dibujos. Bastante preocupada, se me cayeron todos los dibujos. Inmediatamente, se me di cuenta de algo. Enfrente de mi, había un mundo de papeles que conectaban.  Por suerte, siempre escribí la fecha por un lado del papel. Ahí era el primero papel, el segundo, el tercero, hasta que enfrente de míhabía un gran mundo.

-Estrella,- grité.

-Sí mamá.

Ella se asomó por la entrada del recibidor. Ella sonrió con una gran sonrisa cuando veía todos sus dibujos juntos.

-Un momento mamá. Tengo uno más.

Pronto, corrió por su madre y puso el dibujo al lado del último dibujo. El dibujo final, no era tan extraordinario como los anteriores. Simplemente era una casa sin decoraciones en un campo llenaba de flores.

-¿Y qué es esto?

-Es donde mi personaje vive, mamá. Pues, mi sombra vive ahí.

-Estrella.

-Mira. ¡Mi sombra no está!

A la clara luz, busqué por su silueta contra la pared. No era mentira. Su sombra no estaba.  
Alex Sauer 2014


viernes, 14 de febrero de 2014

El rey Alfonso

Comienzo hoy a publicar textos escritos por estudiantes del Programa de Primavera del Programa de Estudios Hispánicos de la Universidad de Virginia en Valencia. Y como nos demuestra Blake Selph, no tienen miedo en enfrentarse con los clásicos. Blake Selph nos muestra la versión del rey Alfonso sobre sus problemas con el Cid

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Ay, ¿qué debe más el rey a sus súbditos, una buena moral que es mentira o la verdad que duele mucho? Esta era la gran polémica surgiendo de un hombre solo, el Cid, el Campeador, ese maldito Rodrigo Díaz de Vivar, la polémica de que trataba el Rey Alfonso XI. Por un lado, ¡que gran héroe parecía! Siempre dando tanta alma a los soldados, la ventaja del Cid era que él parecía como un guerrero mítico. Tener el Cid en el campo de batalla parecía al ejército como tener el legendario Aquiles de Grecia peleando con ellos. Sin embargo, el Rodrigo verdadero era un pícaro al menos. ¡Qué mercenario vicioso era! Vivía para matar, y de eso no pensaba nada, porque como lo vió, si hay dinero, la causa no era importante. ¿Pero sin embargo es el deber del rey pagar a un mercenario muy caro si es bueno para el reino? Alfonso no estaba seguro, porque aunque no le gustaba el precio exorbitante de Rodrigo, le gustaba ganar contra los musulmanes. Y si no le pagase, seguramente los árabes le pagarían. No por nada le llaman el Cid, pensó Alfonso, un término de gran respeto del árabe.

Hay que recordar a Dios también, Alfonso. Y a él, ¿qué le importa más, que gane la cristiandad por cualquier método, o que acabo con este perro traidor que es Rodrigo solo por principal? Decidir en algo tan difícil era una pesadilla, pero decidir era también necesario. Si mantuviera relaciones con él, sería un modo de desviar del camino derecho, y le gustaba comportarse y actuar de una manera bien honrada.

No hizo nada en ese mismo momento, pero sabía que lo haría pronto, por necesidad. Dentro de un día, ya había decidido. Por hablar con sus aconsejadores, se dió cuenta que los que saben bien quien es Rodrigo no les gusta; casi un malvado y seguramente un pesado, pero aún un pesado útil. La clave era los relatos que oyó, porque recientemente, en estos días después de una gran batalla, había andado merodeando por el campo. Con su tropa de bribones, andaba robándoles a los campesinos, tomando la vianda, atacando a los hombres y violando a las mujeres. Era un granuja, un ladrón total, y por lo tanto, el rey Alfonso no le aguantaba jamás. Supo lo que necesitaba hacer – exiliarlo. Por sus crímenes y traiciones al reino leonés, jamás vaya a volver, por pena de muerte, durante el reinado de Alfonso. Serían consecuencias, pensaba el rey, pero todavía, los aguantaría porque tengo que echarlo.

A mí, me van a maldecir la gente. Quizás me disgustarán. Si bien los niños me odiarán, tengo que hacer lo justo. No sé qué pensaría si fuera el niñito que pensaba que él era un caballero heroico. Aunque no apreciarán a esto, no puedo dejar que siga Rodrigo Díaz chantajeándome y extorsionándome, y no es que solamente lo hace a mí, sino a la gente también. Por eso, estará expulsado el supuesto Campeador, y que sea campeón de otra rey desafortunado. No quedará este hombre; que no dependa el reino de Rodrigo Díaz, un hombrejo irrespetuoso, sino en Dios, quien, si seguimos el camino derecho, no nos puede fallar. 

Blake Selph 2014

La fotografía de la estatua de El Cid en Valencia procede de http://www.jdiezarnal.com/