Alex Sauer 2014
Estos textos fueron escritos por encargo. Los textos publicados a partir de octubre de 2013 han sido escritos por mis estudiantes del Programa de Estudios Hispánicos de la University of Virginia (www.uvavalencia.org) o del Programa de Michigan State University en Valencia. Los textos anteriores nacieron en el Taller de Escritura Literaria del Máster de Estudios Hispánicos de la Universitat de València. Todos ellos tienen en común haber nacido del gusto por la literatura y el lenguaje.
miércoles, 26 de febrero de 2014
lunes, 17 de febrero de 2014
Un mundo de papel
El segundo relato del programa de Primavera de 2014 es un cuento fantástico escrito por Alex Sauer:
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-¡Mamá!
Ella
siente que la mano pequeña está tironeando mi manga.
-Cariño,
¿qué he pasado? ¿una pesadilla?
-¡Mamá!
No. ¡Mi sombra desapareció!
-Vuelve
a la cama mi hija, no ha pasado nada.
Y
comenzó nuestra historia.
Mi
hija era como otros niños de su edad. Jovencita y llena de imaginación. Ella
tenía una creencia impresionante y confidente en su imaginación. Muchas mañanas
durante el desayuno, decía sus sueños de la noche anterior. Terminaba en ella
estaba parada sobre su silla con moviendo salvajemente las manos por todas
partes y sus ojos brillando con una intensa mirada de verdad. Reíamos y
reíamos. No paraba ahí. La imaginación llenaba su vida pequeñita. Le daba un
lápiz y un papel. Dibujaba y dibujaba hasta que el papel era otro mundo
fantástico. Después, ella caminaba sus dedos a través del su mundo de papel y
explicaba la gran aventura de su propio protagonista ficcional. Los cuentos
eran fantásticos incluso para una adulta como yo. A veces, pensaba que este
mundo de líneas en papel era casi actual. Pero, no era. Yo era una jovencita
también. Había tenido mi propia imaginación, pero ahora sé que la imaginación
era un condición de ser joven e inocente.
Me
parecía que a mi hija le gustaba mucho la idea que su sombra pudiera desaparecer.
Cada noche, mi hija, Estrella, mi estrellita, venía a mi habitación para
decirme que su sombra había desparecido otra vez y cada noche, me decía lo
mismo.
-Vuelve
a la cama mi hija, no ha pasado nada.
La
primera noche, ella anduvo en los puntos de pie de vuelta a su propia cama
contenta con mi respuesta y la segunda noche continuaba lo mismo pero ella se
aseguró de suspirar dramáticamente en mi respuesta. La tercera noche, estaba
enfadada con ella. Solo decía "Vuelve a la cama". Y ella trataba de
tironear mi manga. "Estrella, vuelve a la cama." Si las luces no
estaban apagadas, la veía hacer un mohín. Finalmente, en la cuarta noche, fui a
su habitación con ella.
-Mira
su sombra está aquí, Estrella. ¿Ves?
-Sí
mamá, pero ha desaparecido.
-No
ha desparecido Estrellita, solo parecía
así. En lo obscuro, ¿Ves es muy muy negra? Negrísima. ¿Lo ves?
-Mamá,
yo sé. Lo veo. Pero mi sombra ha desaparecido y no es mentira.
-Vuelve
a la cama mi hija. No ha pasado nada.
La próxima noche, ella venía otra
vez con más entusiasmo para mostrarme que no era mentira, pero solo yo decía lo
mismo. "Vuelve a la cama mi hija, no
ha pasado nada" La ultima noche de la semana, no me dormí bien,
esperando que la pequeña mano tironeara mi manga, pero ella nunca venía para
decirme que su sombra no estaba ahí.
Por la mañana, le pregunté a ella
que había ocurrido la noche anterior. Como siempre, sus ojos brillaron y
comenzó a contar el cuento de sus sueños y cómo su sombra había desaparecido.
No sabía por qué me dejó los cuentos de mi hija durar por tanto tiempo, pero
después de otra semana de escuchar sus sueños, no podía permitir más.
-Estrellita, cariño, no vamos a
hablar de tu sombra más.
-¿Por qué?
-Por que Estrella no es actual. Me
encantan tus cuentos, pero no quiero que tu pienses en este cuento más.
-No es un cuento, mamá.
-Vale, Estrella. No quiero que tú no
imagines. Por favor, solo no hables de esta tontería. ¿Entiendes?
-Sí mamá.
Una semana pasaba y Estrella no
decía nada de su sombra. Pero un día, cuando ella dibujaba, se cayó de su
silla. Rápidamente corrí por la sala.
-¿Qué pasa?
-Nada.-
Podía ver que ella trató de contener
un sonrisa.
-¿Qué pasa, Estrella?
-No quieres oír mi cuento. Tu no me
crees.
-Una vez más, ¿qué pasa?
-Mi sombra y yo estábamos jugando
cuando me caí de mi silla.
-Tu no puedes jugar con una sombra.
-Me ha decido que tu no creerías.
¿Puedes guardar este mundo de papel con los otros, mamá?
-Dame.
En
este momento, decidí dejar ir las locuras de mi hija. Solo era su imaginación.
Abrí el armario donde guardaba los dibujos. Bastante preocupada, se me cayeron
todos los dibujos. Inmediatamente, se me di cuenta de algo. Enfrente de mi, había
un mundo de papeles que conectaban. Por
suerte, siempre escribí la fecha por un lado del papel. Ahí era el primero
papel, el segundo, el tercero, hasta que enfrente de míhabía un gran mundo.
-Estrella,-
grité.
-Sí
mamá.
Ella
se asomó por la entrada del recibidor. Ella sonrió con una gran sonrisa cuando
veía todos sus dibujos juntos.
-Un
momento mamá. Tengo uno más.
Pronto,
corrió por su madre y puso el dibujo al lado del último dibujo. El dibujo
final, no era tan extraordinario como los anteriores. Simplemente era una casa
sin decoraciones en un campo llenaba de flores.
-¿Y
qué es esto?
-Es
donde mi personaje vive, mamá. Pues, mi sombra vive ahí.
-Estrella.
-Mira.
¡Mi sombra no está!
A la
clara luz, busqué por su silueta contra la pared. No era mentira. Su sombra no
estaba.
Alex Sauer 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
El rey Alfonso
Comienzo hoy a publicar textos escritos por estudiantes del Programa de Primavera del Programa de Estudios Hispánicos de la Universidad de Virginia en Valencia. Y como nos demuestra Blake Selph, no tienen miedo en enfrentarse con los clásicos. Blake Selph nos muestra la versión del rey Alfonso sobre sus problemas con el Cid
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Ay, ¿qué debe más el rey a sus súbditos, una buena moral que es mentira o
la verdad que duele mucho? Esta era la gran polémica surgiendo de un hombre
solo, el Cid, el Campeador, ese maldito Rodrigo Díaz de Vivar, la polémica de
que trataba el Rey Alfonso XI. Por un lado, ¡que gran héroe parecía! Siempre
dando tanta alma a los soldados, la ventaja del Cid era que él parecía como un
guerrero mítico. Tener el Cid en el campo de batalla parecía al ejército como
tener el legendario Aquiles de Grecia peleando con ellos. Sin embargo, el
Rodrigo verdadero era un pícaro al menos. ¡Qué mercenario vicioso era! Vivía
para matar, y de eso no pensaba nada, porque como lo vió, si hay dinero, la causa
no era importante. ¿Pero sin embargo es el deber del rey pagar a un mercenario
muy caro si es bueno para el reino? Alfonso no estaba seguro, porque aunque no
le gustaba el precio exorbitante de Rodrigo, le gustaba ganar contra los
musulmanes. Y si no le pagase, seguramente los árabes le pagarían. No por nada
le llaman el Cid, pensó Alfonso, un término de gran respeto del árabe.
Hay que recordar a Dios también, Alfonso. Y a él, ¿qué le importa más,
que gane la cristiandad por cualquier método, o que acabo con este perro
traidor que es Rodrigo solo por principal? Decidir en algo tan difícil era una
pesadilla, pero decidir era también necesario. Si mantuviera relaciones con él,
sería un modo de desviar del camino derecho, y le gustaba comportarse y actuar
de una manera bien honrada.
No hizo nada en ese mismo momento, pero sabía que lo haría pronto, por
necesidad. Dentro de un día, ya había decidido. Por hablar con sus
aconsejadores, se dió cuenta que los que saben bien quien es Rodrigo no les
gusta; casi un malvado y seguramente un pesado, pero aún un pesado útil. La
clave era los relatos que oyó, porque recientemente, en estos días después de
una gran batalla, había andado merodeando por el campo. Con su tropa de
bribones, andaba robándoles a los campesinos, tomando la vianda, atacando a los
hombres y violando a las mujeres. Era un granuja, un ladrón total, y por lo
tanto, el rey Alfonso no le aguantaba jamás. Supo lo que necesitaba hacer –
exiliarlo. Por sus crímenes y traiciones al reino leonés, jamás vaya a volver,
por pena de muerte, durante el reinado de Alfonso. Serían consecuencias,
pensaba el rey, pero todavía, los aguantaría porque tengo que echarlo.
A mí, me van a maldecir la gente. Quizás me disgustarán. Si bien los
niños me odiarán, tengo que hacer lo justo. No sé qué pensaría si fuera el
niñito que pensaba que él era un caballero heroico. Aunque no apreciarán a
esto, no puedo dejar que siga Rodrigo Díaz chantajeándome y extorsionándome, y
no es que solamente lo hace a mí, sino a la gente también. Por eso, estará
expulsado el supuesto Campeador, y que sea campeón de otra rey desafortunado.
No quedará este hombre; que no dependa el reino de Rodrigo Díaz, un hombrejo
irrespetuoso, sino en Dios, quien, si seguimos el camino derecho, no nos puede
fallar.
Blake Selph 2014
La fotografía de la estatua de El Cid en Valencia procede de http://www.jdiezarnal.com/
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