Estos textos fueron escritos por encargo.
Los textos publicados a partir de octubre de 2013 han sido escritos por mis estudiantes del Programa de Estudios Hispánicos de la University of Virginia (www.uvavalencia.org) o del Programa de Michigan State University en Valencia.
Los textos anteriores nacieron en el Taller de Escritura Literaria del Máster de Estudios Hispánicos de la Universitat de València.
Todos ellos tienen en común haber nacido del gusto por la literatura y el lenguaje.
Hoy os presento el resultado de una tarea que les pedí a mis estudiantes de la clase "Latin American Culture & Civilization", en el programa de la University of Virginia en Valencia. Los estudiantes siguen a lo largo del curso la actualidad del país latinoamericano que han escogido, pero además deben averiguar otras informaciones para otras tareas a lo largo del semestre. En esta ocasión, se trataba de aportar algún grupo de música pop o rock del país sobre el que están investigando. Este fue el resultado: interesante y diverso, como los estudiantes de la clase y como América Latina.
La segunda actividad creativa que les propuse a mis estudiantes de Survey of Latin American Literature II fue escribir un poema vanguardista. Este es el hermoso caligrama que nos propone Cheryl Kosek:
Hubo una época cuando todos los teléfonos tenían cables. Había que quedarse en casa para esperar una llamada. A la protagonista de este cuento de Sylvia Simioni le fascinan estas huellas del pasado, y lo que imagina de las formas de vivir que implicaban.
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Solía haber algo
romántico en ellos. La forma en que envuelve el cable alrededor de nuestros
dedos, o cuando se cuelga en un gancho de la pared y nos apretamos la cabeza
contra ella, tal vez porque estábamos cansados o porque la persona en la otra
línea había compartido unas noticias graves: las facturas que siguen sin pagar,
la muerte de un tal Valiente, la mascota fiel, o el tedio de vivir en el vacío,
en el margen. ¡Que maravilla es existir!, aunque
sea a medias. Que gusto es sentir el calor, aunque el aire permanezca
asfixiante.
Esto fue lo que pensó Verona,
chica de veintitantos
años de edad, desprendida pero preñada de simpatía por todo aquel que sigue en
la lucha de la vida.
Cuando Verona habla con alguien
por teléfono durante un período prolongado, ella
se lo pasa vagando por la sala, caminando alrededor de una mesita de café que
mide tres por cuatro pies. Va en círculos hasta que se siente mareada, por lo
general después de un minuto o dos, y luego se pasa al siguiente mueble para
rodear hasta al punto de caer al suelo. Empieza a caminar
alrededor del mostrador en la cocina, coge un trozo de fruta, sus dientes
exprimiendo el jugo dorado sobre esas mejillas que desean un aliento cálido. Sigue
escuchando tanto como sigue charlando, y cuando se cansa de rodear objetos
inanimados, se atreve a circundar a la gente. Verona continúa dando vueltas a sus hermanos, después su
madre, y cuando se atreven a burlarse de su conversación que sí, es cierto, es
un poco trivial, se acerca a su abuelo sordo.
Se termina ahí, sin embargo, porque
sabe que el viejo está propenso a los ataques de nervios.
A la chica vertiginosa le gustan las casas que son construidas como
laberintos sin salida. Hogares donde se puede entrar en la cocina a partir de
dos lados o en que se puede acceder la habitación a través del baño sin tener
que pasar por el pasillo principal. Imaginaos estos cables telefónicos que
atraviesan por los pasillos abiertos, por kilómetros, envolviendo los muebles y
las personas, perros y lámparas. Imaginaos todos los televisores, cada percha y
sofá momificado en cintas de cobre y otros alambres metálicos que contienen la
desesperación y la renuencia. Imaginaos la fiesta que se dan las ardillas
suspendidas en las líneas telefónicas que se extienden por toda la ciudad.
Dentro de esos tubos finos hay alguien susurrando palabras dulces pero vacíos a
su amante. Hay un hombre atrapado en el extranjero con la esperanza de llevar a
cabo sus deberes como papá a través del dial rotario.
Y sigue rodeando y hablando
Verona. Sigue envolviendo por donde camina.
“Mis cejas necesitan un recorte,”
dijo la voz al otro lado del alambre.
“Sabes, yo siempre he pensado,
cada vez que te sientas solo, recuerda que siempre tendrás los ácaros de polvo
en las cejas para hacerte compañía.”
Le pareció gracioso a Verona la imagen. Mantener la cara limpia era
un proceso intimo, algo necesario y a la misma vez no. Se sintió de repente
nostálgica de su abuelo sentado en su silla de ruedas, pero eso sí, sonriente
con esos enormes dentaduras, con las cejas tan grandes y largas que llegan a
unirse junto a su bigote.
Pobre niña que siempre siente
nostalgia por algo que nunca ha vivido. Mientras hablaba con la voz al otro
extremo de la oleada eléctrica, siguió dando vueltas a los postes de su cama,
luego al tocador y su escritorio, como si hubiera una araña tejiendo su tela,
lista para capturar su próxima víctima -tal vez ella misma.
Se dirigió hacia la terraza del patio, moviéndose como espía por las grietas
disponibles.
“¿Por qué eres tan tibia, Verona? Eres
tan observadora de los demás que olvidas vivir tú misma. ¿Por qué
tanta obsesión con los recuerdos que nunca fueron tuyos?”
Mira hacia delante y ve una serie
de campamentos situados a lo largo de la sierra, lejos del urbe.
“Es que me siento como si debería
estar viva durante otro siglo. Esta época, o este lugar hecho de concreto y
vidrio, no es para mí. Extraño lo que no conozco. El
ritmo más lento, el estilo de vida más tranquilo. Quiero
ir al desierto y encontrar el oasis de Canaán de hace miles de años. La Amazona
humeante como los conoció los Inca. Ahí, donde los colores son sepia y las
escenas son marcadas con parpadeos y carteles de diálogo, es donde quiero ir…
No sé.
“No me
alcanza la energía de vivir por mi propia cuenta. No sé, me gustaría un apretón,
un shok eléctrico. ¡Me gustaría—”
Y listo.
Mientas Verona continuó su rollo
del sentimentalismo al borde de falta de sentido, envolvió sus piernas con los
benditos cables, obligándola a caer encima de sus tobillos y sobre la repisa,
hacia la acera que esperaba ser pasto. Se rompió la cabeza y quedó
con una sonrisa que
denotaba lo que podría haber sido la tipa
si se desenredaba del maldito teléfono.. Qué
aburridos son los soñadoressininiciativa,
¿no?Ser humano que no vive en el
presente, para ellos es mejor el cielo.
En este cuento, mi estudiante Lindsay McPhail imagina la perspectiva de Daniel, uno de los protagonistas de la película También la lluvia (Iciar Bollaín (2010) y le inventa una biografía. Me gusta esta manera de empatizar con América Latina: intentar ponerse en el lugar del otro, convertir en sujeto al objeto de la representación.
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Hace
dos meses desde que nuestra familia recibió el aumento del 200 por ciento en la
factura de agua. La factura por mi agua es más de lo que puedo pagar. La gente
aquí en Cochabamba no sabe qué hacer. Hemos tratado de cavar túneles para
conectar tuberías de los manantiales a nuestros pueblos, pero la policía llega
todos los días al mediodía para cerrar y bloquear los pozos. La policía
confisca nuestros cubos para cobrar el agua de lluvia también.Ya no es nuestra agua, ni siquiera la lluvia.
Desde
que era niño, el gobierno en Bolivia ha privatizado las industrias públicas.
Primero fueron los ferrocarriles, y después los sistemas de teléfono y las
compañías aéreas. Como resultado de estas transiciones, muchas personas
perdieron sus trabajos. A consecuencia de la corrupción del gobierno yo perdí
mi trabajo en la industria de construcción. Mi asignación fue una estación de
tren solamente veinte minutos al norte de mi casa. Se suponía que la estación
era una parte de un ferrocarril nuevo, pero el proyecto fue abandonado cuando
una empresa privada lo compró del gobierno. Yo fui a los Estados Unidos para
ganar dinero que yo podría enviar a mi familia en Bolivia. Mi tiempo en los
Estados Unidos consistió en trabajos aleatorios- de las granjas de naranjas a
la construcción de las carreteras. Después de dos años en los Estados Unidos
volví a Bolivia porque echaba de menos a mi familia, especialmente a mi hija,
Belén.
Hoy,
la misma situación está ocurriendo con los servicios de agua. El gobierno no
tiene dinero y para obtener este dinero, según el gobierno, mi gente necesita
pagar. Necesitamos sobrevivir, pero necesitamos agua para hacerlo. Nos dijeron
que la vida va a ser mejor, pero esto nunca es la realidad. Nadie aquí puede
pagar el precio del agua. Nadie aquí puede pagar el precio de la vida.
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Hace
mucho calor hoy. Belén y yo hemos estado esperando en la fila casi tres horas.
Tenemos mucha hambre y sed, pero no quiero salir. Hace un año y medio desde que
volví a Bolivia, pero ha sido difícil a encontrar un trabajo estable. Estoy
aquí porque los anuncios dicen que “a todos se les dará la oportunidad.” La
oportunidad es estar en una película. La gente dice que la película es por un
productor famoso de España pero no lo conozco. Estoy aquí para ganar dos
dólares cada día para mi familia.También necesito dinero para la ciudad de Cochabamba. Estamos organizado
contra el gobierno y los precios de agua. Dentro de unas semanas habrá una
revuelta en las calles y vamos a empezar en frente de del edificio de Aguas del
Tunari. Vamos a organizar una revolución en las calles de Cochabamba si
necesitamos.
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Finalmente
los blancos llegan al centro comunitario donde se están llevando a cabo las
audiciones. El director de la película elige a ocho personas en la fila y le
dice a los demás que vuelvan a casa. Belén me da un codazo porque ella estaba
muy emocionada por la audición. Yo grito a los extranjeros, “¡esto no es justo.
Los anuncios dicen que todos recibiremos una oportunidad!” El director bajito
con la barba se me acerca y después de unos momentos él acepta mi solicitud.
Durante
la audición no puedo pensar en el guion. Yo pienso en la incapacidad de las
mujeres para cocinar, la incapacidad de los niños para bañarse, y la
incapacidad de los hombres para regar las cosechas, y la incapacidad de mi hija
para tener un futuro. Quiero este papel para ayudar mi familia y la gente de
Cochabamba. Con los ingresos de ser un actor yo puedo comprar banderas, anuncios,
un megáfono y otros materiales. Ellos planean una película, pero yo planeo una
revolución por nuestra agua.
Hoy os presento un cuento de Theresa Benesh, lleno de monitos que saltan en la cama. Un inquietante relato basado en la canción infantil.
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Jack estaba sentado en la mesa, acabando de comer la cena después de
un día típico en el hospital. Siempre era lo mismo, como le gustaba; ayudaba a los
pacientes, calmaba los padres, y salía para la casa para estar con el amor de
su vida.
Eran las nueve de la noche, el teléfono
empezó a sonar en la sala; conteniendo su respiración, el buen doctor lo cogió.
Oyendo los gritos al otro lado, ya sabía quien era- la madre de los monitos.
“¡Doctor, por favor, ayúdame! que mi hijo se cayó de la cama. No está parando
de llorar. No sé qué hacer. Golpeó su cabeza y tal vez algo más.” El doctor
miró de mala gala a su mujer que estaba de pie en la puerta. Ella, con la
sonrisa más linda, le miró con sus ojos azules y cariñosos. Ella insistió en
que Jack iría, y él sabía lo que necesitaba hacer.
Llegó al hospital a ver a la familia de monos
esperando. Rápidamente agarró el que cayó y fue a examinarle. El doctor se dio
cuenta de que no era sólo la cabeza que estaba doliendo del golpe, sino también
su brazo izquierdo. Dijo a la madre del mono que necesitaba hacer algunos
exámenes para saber que no existía otro problema y después podían regresar a
casa. Ella consintió, diciendo “Por lo menos, no es diestro como su hermano.”
Antes de salir, el doctor dijo, “¡No más monitos saltando en la cama!.
Jack regresó agotado a su casa. A entrar vio
al amor de su vida, con estos ojos azules y su sonrisa linda, esperándole en la
puerta. Dio un beso en la boca y le dio los resultados del
mono para ponerlos en el despacho, que sólo quería regresar a su cuarto.
Finalmente, el día terminó y tuvo su amor a su lado, tan cálido y perfecto.
El próximo día llegó más rápido que quería,
sabiendo ya como iba a seguir. Como cada día, el buen doctor fue al hospital
bien vestido, con el pañuelo grabado en el bolsillo y listo
ya para regresar a su amor. Pasó el día típico sin variación- los pacientes,
los padres, y finalmente la salida.
Como siempre, su mujer estaba esperándole en
la puerta, con la cena ya preparada. Esta noche, como la última, sonó el
teléfono a las nueve. Los ojos de la mujer se iluminaron y fue a atenderlo.
Mirando a Jack, dijo que era la madre de los monitos. De nuevo, conteniendo su
respiración, habló en el teléfono oyendo los gritos. “Doctor Jack, por favor
¡es mi otro hijo! estaba saltando en la cama y se cayó; golpeó la cabeza y
pienso que ocurrió algo más también.
Miró a su mujer con sus ojos de
arrepentimiento, sabiendo lo que ella quería y lo que él necesitaba hacer. “No
quiero dejarte aquí sola, mi amor. Tu eres mi otra mitad.” Mirando a la puerta,
ella contestó que nunca estaba sola siempre y cuandoel amor de su vida vivía. “Vaya Jack, por
favor, él necesita de tu ayuda.” Con temor en sus pasos, salió al hospital.
Cuando llegó, de nuevo estaban esperando los
monos. Con prisa la madre se levantó, llorando sin control, y explicó al doctor
que después de caerse su hijo, su hija hizo lo mismo pero que esta se lastimó
la pierna. El buen doctor le dio su pañuelo y lo usó hasta que incluso las
iniciales JK estaban empapadas.
Jack llevó los monitos a hacer los exámenes y les puso las escayolas. Antes
de salir, dijo a la madre, “Por favor, ¡No más monitos saltando en la cama!
Regresó agostado de nuevo a casa, solamente queriendo
ver a su amor. La mujer estaba en la
puerta, como siempre, con la sonrisa todavía más grande y los ojos azules
claros. Jack le dio un beso y ponía los resultados en sus manos para poner en
el despacho, aunque quería ir a la cama en su cuarto. Finalmente su amor llegó
y se abrazó a su cuerpo tibio.
El próximo día era sábado y el doctor no
necesitaba ir al hospital. Podía quedarse con su mujer pasando el día mirando a
su sonrisa tan linda. Jack estaba sentado en la mesa cuando ella salió del cuarto.
Casi como si fuera en el momento justo, el teléfono sonó. Jack puso su cabeza
entre las manos, mirando hacia abajo, no queriendo que su mujer, el amor de su
vida lo contesta.Ya sabía quien era. Se
miraron con ojos de anticipación sabiendo bien lo que el otro quería. Se
levantó el doctor de la mesa y fue a hablar con la madre de los monitos.
“Doctor, por favor, no sé lo que hacer. ¡Mis
últimas dos hijas se cayeron de la cama! Están heridas, por favor, ayúdame.”
Jack estaba casi al borde de hundirse en el suelo. No podía aguantar más. Pero
su amor, con los ojos claros y cariñosos, le mandaba ir; decía que era su
trabajo cuidar de la familia.
Con los resultados en
la mano y la sonrisa en la boca, desapareció la mujer en el cuarto. Jack se
quedó en la mesa, con la comida preparada, y el pañuelo grabado en su bolsillo
interior. Solo quería a su esposa, su amor.
Silenciosamente, Jack oyó la puerta abrirse.
Quedó allí el amor de su mujer; mitad hombre, mitad monito, pero el 100 por
ciento saludable y curado- Bambiro Kevorkian. “Papá.” Paró el corazón de Jack;
no podía ni mirar a estos ojos azules de la criatura. Con las rodillas tan
débiles, al borde del colapso, se levantó. Evitando a su hijo, entró al cuarto
de su despacho; Allí, sentada en la silla al lado de la cama, estaba su amor.
Todavía estaba con la maquina de transfusión de sangre dentro del brazo,
combinando la sangre de los monitos y la suya. Sentada en la silla- pálida,
ojos claros, y la sonrisa linda en la boca. Miró de mala gana a Bambiro y dijo,
“Tu no eres mi hijo, tu no eres mi sangre, has tomado mi otra mitad.”
Con las manos temblando, colocó el pañuelo
grabado sobre la cara de su amor. Y por
última vez, dijo, “No más monitos saltando en la cama.”
Theresa Benesh 2013
El dibujo de los monitos saltando en la cama procede de www.guarderiasalamanca.com
La primera actividad creativa del curso Survey of Latin American Literature II (Programa de Otoño 2013 de UVa Hispanic Studies Program en Valencia) consistía en escribir una historia ya conocida, pero desde otra perspectiva. Esta es la esclarecedora versión del cuento de la princesa Rapunzel que nos presenta Stephannie Tamayo.
No te puedo decir mi nombre porque
nunca me lo perdonaré . La historia que te voy a contar es una de esas
historias que nunca se deberían repetir,pero me veo forzado a decir la verdad. Ya no puedo más con esta mentira.
Todos saben de la princesa Rapunzel. La mujer bella con cabello mágico, largo,
y el más bello de todo el pueblo. También se sabe que la bruja más fea del
pueblo la secuestró de niña cuando se dio cuenta de que el cabello iba a hacer que luciera bella y joven. La historia es contada
así, la bruja mantuvo a Rapunzel
capturada en un castillo aislado de todo el pueblo para que nada le pasará a su
cabello, pero es hora de contar la historia como realmente pasó.
Fue
un día como cualquier otro en mi niñez. Mi madre me ponía la mesa para que
pudiera desayunar antes de irme a jugar con mis amigos, cuando de repente me
dijo que hoy me tenía que quedar en casa. Ella cerró todas la puertas y las
ventanas con llave y me explicó que la princesa había sido secuestrada y que el
rey había ordenado que todo el mundo se quedara en casa con cerrojo. Me acuerdo
que pasaba el tiempo, una semana, un mes, un año. Cuando la princesa no volvió
a los dos años, el rey decidió tener una ceremonia como si hubiera muerto. Ni
el nombre le habían dado a la princesa.
Cuando
cumplí los 22 años pude comprarme mi primer caballo. Este día fue uno de los
días mas felices de mi vida. Decidí montar y explorar mi pueblo. Guié a mi caballo
por calles extrañas por las que nunca me
atrevería a ir a pie. Siempre había tenido curiosidad por explorar estas calles
pero sin caballo no tenía el valor. Después de media hora llegué a lo que yo
pensaba que era un callejón sin salida, cuando de repente vi un pájaro saltar de
un arbusto. Encontré esto muy extraño así que fui a investigar.
Una
gran sorpresa tuve cuando descubrí lo que había atrás de los arbustos. Encontré
un castillo hermoso rodeado de un rio, arboles gigantes, y las flores mas
amarillas que había visto en mi vida! Me acerque al castillo y me di cuenta de que
no tenía puerta. Grité así al cielo pero nadie me respondía. Grite otra vez,
"Hay alguien aquí!" Pero nada. Tenía sed y el agua del río me
invitaba a tomar. Me puse de rodillas para coger agua con mis manos cuando de
repente todo se me fue a negro.
Me desperté en una recámara con la mujer mas
bella que había visto en mi vida frente a mi. "Que buscas aquí?", me
preguntó furiosamente. Le expliqué que solo estaba explorando el pueblo cuando
por casualidad encontré el castillo. Le dije que no era mi intención ser
intruso y que traté de averiguar si alguien vivía en el sitio. Después le pregunte su nombré y ella me
respondió nerviosamente, "Rapunzel. " Con su boca me decía que
necesitaba irme pero con los ojos me pedía que me quedara.Después de un poco de conversación y vino me
pidió que me quedara porque no quería estar sola.
Rapunzel
era una chica muy diferente y me gustó mucho. Al platicar con ella, me contó la
historia de como había llegado a ese castillo tan aislado. Me contó con
tristeza que sus padres no la quisieron y que la regalaron y que su mamá
adoptiva se había muerto un año antes. Le pregunté a Rapunzel por qué nunca
salía del castillo y me dijo que no quería hablar de ello. Cuando Rapunzel me
contaba su historia, sentía un nudo en la garganta y la abrazaba mientras
lloraba por sus penas.
Los
meses pasaban y me fui enamorando. Rapunzel se sentía igual y vivimos aislados
del mundo. Conocí a su tía y era una mujer muy buena y cariñosa. Ella nos traía
comida cada semana y nunca nos faltaba nada. Un día, le pedí a Rapunzel que se
casara conmigo. No podía ser un matrimonio oficial porque Rapunzel todavía no
quería salir al pueblo, así que su tía nos hizo una pequeña ceremonia y nos
hicimos marido y mujer. Esa noche mas que nada yo quería consumar nuestro amor,
pero Rapunzel no parecía interesada. Nos besábamos y cuando intenté hacer más,
ella me empujó diciéndome que no se sentía bien. Cada noche me daba una excusa diferente para
no hacer el amor y jamás me dejaba verla denuda.
Una
noche mientras cenábamos, ella decidió beber vino. Al la hora de acostarnos por
fin me dijo que estaba lista. Nos besábamos apasionadamente y le acariciaba el cuerpo
como si tocara una guitarra delicada. Cuando iba acariciar su más intima parte,
me di cuenta de que algo no estaba bien. Al sentir lo que toqué di un brinco altísimo.
Le grite,” ERES UN HOMBRE!" Mil cosas corrían por mi mente cundo descubrí
que la mujer de la que estaba tan enamorado tenía pene. Quería irme enseguida
pero al verle la cara, sus ojos, sus lagrimas, yo sabía que tenía que haber una
explicación. Lo que me asustó mas fue que aunque había descubierto semejante
cosa, todavía sentía el mismo amor y pasión por ella. Después de poder aclarar
mi mente un poco, me senté en la cama con ella y le ordené que me diera una
explicación.
"Cuando
nací, nací con dos genitales. Mi pene era muy pequeño pero el doctor que ayudó
a mi mamá en el parto, no supo que hacer. Mis padres, el rey y la reina,pensaban que yo era un demonio y que yo era
un castigo de dios por algo que ellos habían hecho. Ellos no sabían como
explicar lo que yo era a la gente del país y el sacerdote de la iglesia les aconsejó
que lo mejor era regalarme. Consideraron matarme pero ellos no podrían vivir
con una muerte en sus manos. Tenían que decirle algo a la gente, pues todo el
mundo sabía que la reina esperaba un bebé, así que dijeron que me habían
secuestrado para que todos se sintieran mal por ellos y nadie sospechará nada.
Tengo prohibido entrar al pueblo porque si lo hago, es posible que se descubra
la verdad", me dijo dolorosamente.
No
pude creer lo que escuchaba. ¿Cómo una mujer tan bella podía también ser un
hombre? En fin no me importó y decidí cumplir con la promesa que le hice,
"Hasta que la muerte nos separe." Sentí mucha rabia contra el rey y
la reina. Como pudieron hacerle esto a una bebé tan pequeño e inocente y decir
semejante mentira a la gente del pueblo. Decidí que Rapunzel tenía que regresar
al pueblo y enfrentarse a sus padres.
Cuando
llegamos, el rey y la reina estuvieron sorprendidos. Se pusieron pálidos como
si hubieran visto un fantasma del pasado. Les pedí que le dieran una
oportunidad a su hija y que tuvieran compasión. En fin, ellos vieron lo
brillante que era y se sintieron muy mal. Por el hecho de que ellos estaban muy
arrepentidos y ofrecieron recompensar a la princesa, les prometí no decirle la
verdad a la gente. También no quería lastimar a Rapunzel.Así que se inventó un cuento, el cuento que
se ha contado por años y el que todo el mundo conoce. Nunca me he avergonzado
de Rapunzel pero tampoco puedo vivir más con esta mentira. Pienso que cuando mi
historia se comprenda yo y Rapunzel estaremos ya muertos, pero descansaré en
paz sabiendo que alguien mas sabe la verdad.
Stephannie Tamayo 2013
La ilustración procede de arescronida.wordpress.com
Este blog nació hace ahora un año en el contexto del Taller de Escritura Creativa del Máster de Estudios Hispánicos. Y fue una buena idea. La disfrutamos tanto los estudiantes, como su profesor, yo mismo.
En ese Programa, doy, en este semestre, dos clases de literatura: Survey of Latin American Literature II y Hispanic Women Writers. Y en todas mis clases incluyo siempre actividades creativas: escribir un poema vanguardista, después de haber estudiado la vanguardia; escribir un poema conversacional después de estudiar el coloquialismo latinoamericano. Y cuentos también: con final sorprendente, al estilo de Horacio Quiroga; culturalista, al estilo de Leopoldo Lugones... etc. Y a lo largo de los años, me he encontrado con textos excelentes, llenos de intuiciones y de talento.
A mis estudiantes de esas clases les propuse volver a darle vida a este blog. Y estuvieron de acuerdo. También el director del programa en Valencia, el Dr. Eliseo Valle, acogió la idea con entusiasmo.
Me recordaron entonces que aunque a veces ganen los Sith, siempre es posible levantar una nueva esperanza.
Próximamente, nuevos textos por encargo. No os los perdáis.