miércoles, 30 de octubre de 2013

El rock y el pop latinoamericano

Hoy os presento el resultado de una tarea que les pedí a mis estudiantes de la clase "Latin American Culture & Civilization", en el programa de la University of Virginia en Valencia. Los estudiantes siguen a lo largo del curso la actualidad del país latinoamericano que han escogido, pero además deben averiguar otras informaciones para otras tareas a lo largo del semestre. En esta ocasión, se trataba de aportar algún grupo de música pop o rock del país sobre el que están investigando. Este fue el resultado: interesante y diverso, como los estudiantes de la clase y como América Latina.



Carly Bouchard nos trajo a Eyci and Cody, de Chile:


Hannah Sawyer nos ha traido desde Uruguay a Jorge Drexler:


Sylvia Simioni aportó a los hondureños Pez Luna


Anne Plourde se fue hasta Ecuador para presentarnos a Mirella Cesa:


Kathryn Lake nos trajo a los cubanos Orishas


Drew Tucker nos trajo de Colombia a The Mills


De Costa Rica, Kim Church nos trae a 50 al Norte


Abby Burns se va hasta Perú para presentarnos a los jovencísimos Motif


En cuanto a mí, mi banda escogida fueron Los Paranoias, de Venezuela: que se activen las alarmas


martes, 29 de octubre de 2013

El amor joven

La segunda actividad creativa que les propuse a mis estudiantes de Survey of Latin American Literature II fue escribir un poema vanguardista. Este es el hermoso caligrama que nos propone Cheryl Kosek:


Cheryl Kosek 2013

miércoles, 23 de octubre de 2013

La edad de los teléfonos alámbricos

Hubo una época cuando todos los teléfonos tenían cables. Había que quedarse en casa para esperar una llamada. A la protagonista de este cuento de Sylvia Simioni le fascinan estas huellas del pasado, y lo que imagina de las formas de vivir que implicaban.

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Solía ​​haber algo romántico en ellos. La forma en que envuelve el cable alrededor de nuestros dedos, o cuando se cuelga en un gancho de la pared y nos apretamos la cabeza contra ella, tal vez porque estábamos cansados ​​o porque la persona en la otra línea había compartido unas noticias graves: las facturas que siguen sin pagar, la muerte de un tal Valiente, la mascota fiel, o el tedio de vivir en el vacío, en el margen. ¡Que maravilla es existir!, aunque sea a medias. Que gusto es sentir el calor, aunque el aire permanezca asfixiante.

Esto fue lo que pensó Verona, chica de veintitantos años de edad, desprendida pero preñada de simpatía por todo aquel que sigue en la lucha de la vida.

Cuando Verona habla con alguien por teléfono durante un período prolongado, ella se lo pasa vagando por la sala, caminando alrededor de una mesita de café que mide tres por cuatro pies. Va en círculos hasta que se siente mareada, por lo general después de un minuto o dos, y luego se pasa al siguiente mueble para rodear hasta al punto de caer al suelo. Empieza a caminar alrededor del mostrador en la cocina, coge un trozo de fruta, sus dientes exprimiendo el jugo dorado sobre esas mejillas que desean un aliento cálido. Sigue escuchando tanto como sigue charlando, y cuando se cansa de rodear objetos inanimados, se atreve a circundar a la gente. Verona continúa dando vueltas a sus hermanos, después su madre, y cuando se atreven a burlarse de su conversación que sí, es cierto, es un poco trivial, se acerca a su abuelo sordo. 

Se termina ahí, sin embargo, porque sabe que el viejo está propenso a los ataques de nervios.

A la chica vertiginosa le gustan las casas que son construidas como laberintos sin salida. Hogares donde se puede entrar en la cocina a partir de dos lados o en que se puede acceder la habitación a través del baño sin tener que pasar por el pasillo principal. Imaginaos estos cables telefónicos que atraviesan por los pasillos abiertos, por kilómetros, envolviendo los muebles y las personas, perros y lámparas. Imaginaos todos los televisores, cada percha y sofá momificado en cintas de cobre y otros alambres metálicos que contienen la desesperación y la renuencia. Imaginaos la fiesta que se dan las ardillas suspendidas en las líneas telefónicas que se extienden por toda la ciudad. Dentro de esos tubos finos hay alguien susurrando palabras dulces pero vacíos a su amante. Hay un hombre atrapado en el extranjero con la esperanza de llevar a cabo sus deberes como papá a través del dial rotario.

Y sigue rodeando y hablando Verona. Sigue envolviendo por donde camina.

“Mis cejas necesitan un recorte,” dijo la voz al otro lado del alambre.

“Sabes, yo siempre he pensado, cada vez que te sientas solo, recuerda que siempre tendrás los ácaros de polvo en las cejas para hacerte compañía.”

Le pareció gracioso a Verona la imagen. Mantener la cara limpia era un proceso intimo, algo necesario y a la misma vez no. Se sintió de repente nostálgica de su abuelo sentado en su silla de ruedas, pero eso sí, sonriente con esos enormes dentaduras, con las cejas tan grandes y largas que llegan a unirse junto a su bigote.

Pobre niña que siempre siente nostalgia por algo que nunca ha vivido. Mientras hablaba con la voz al otro extremo de la oleada eléctrica, siguió dando vueltas a los postes de su cama, luego al tocador y su escritorio, como si hubiera una araña tejiendo su tela, lista para capturar su próxima víctima -tal vez ella misma. Se dirigió hacia la terraza del patio, moviéndose como espía por las grietas disponibles. 

“¿Por qué eres tan tibia, Verona? Eres tan observadora de los demás que olvidas vivir tú misma. ¿Por qué tanta obsesión con los recuerdos que nunca fueron tuyos?

Mira hacia delante y ve una serie de campamentos situados a lo largo de la sierra, lejos del urbe.

“Es que me siento como si debería estar viva durante otro siglo. Esta época, o este lugar hecho de concreto y vidrio, no es para mí. Extraño lo que no conozco. El ritmo más lento, el estilo de vida más tranquilo. Quiero ir al desierto y encontrar el oasis de Canaán de hace miles de años. La Amazona humeante como los conoció los Inca. Ahí, donde los colores son sepia y las escenas son marcadas con parpadeos y carteles de diálogo, es donde quiero ir… No sé.

“No me alcanza la energía de vivir por mi propia cuenta. No sé, me gustaría un apretón, un shok eléctrico. ¡Me gustaría—”

Y listo.

Mientas Verona continuó su rollo del sentimentalismo al borde de falta de sentido, envolvió sus piernas con los benditos cables, obligándola a caer encima de sus tobillos y sobre la repisa, hacia la acera que esperaba ser pasto. Se rompió la cabeza  y quedó con una sonrisa que denotaba lo que podría haber sido la tipa si se desenredaba del maldito teléfono. . Qué aburridos son los soñadores sin iniciativa, ¿no? Ser humano que no vive en el presente, para ellos es mejor el cielo.

Sylvia Simioni 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Ni siquiera la lluvia

En este cuento, mi estudiante Lindsay McPhail imagina la perspectiva de Daniel, uno de los protagonistas de la película También la lluvia (Iciar Bollaín (2010) y le inventa una biografía. Me gusta esta manera de empatizar con América Latina: intentar ponerse en el lugar del otro, convertir en sujeto al objeto de la representación.

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Hace dos meses desde que nuestra familia recibió el aumento del 200 por ciento en la factura de agua. La factura por mi agua es más de lo que puedo pagar. La gente aquí en Cochabamba no sabe qué hacer. Hemos tratado de cavar túneles para conectar tuberías de los manantiales a nuestros pueblos, pero la policía llega todos los días al mediodía para cerrar y bloquear los pozos. La policía confisca nuestros cubos para cobrar el agua de lluvia también.  Ya no es nuestra agua, ni siquiera la lluvia.

Desde que era niño, el gobierno en Bolivia ha privatizado las industrias públicas. Primero fueron los ferrocarriles, y después los sistemas de teléfono y las compañías aéreas. Como resultado de estas transiciones, muchas personas perdieron sus trabajos. A consecuencia de la corrupción del gobierno yo perdí mi trabajo en la industria de construcción. Mi asignación fue una estación de tren solamente veinte minutos al norte de mi casa. Se suponía que la estación era una parte de un ferrocarril nuevo, pero el proyecto fue abandonado cuando una empresa privada lo compró del gobierno. Yo fui a los Estados Unidos para ganar dinero que yo podría enviar a mi familia en Bolivia. Mi tiempo en los Estados Unidos consistió en trabajos aleatorios- de las granjas de naranjas a la construcción de las carreteras. Después de dos años en los Estados Unidos volví a Bolivia porque echaba de menos a mi familia, especialmente a mi hija, Belén.

Hoy, la misma situación está ocurriendo con los servicios de agua. El gobierno no tiene dinero y para obtener este dinero, según el gobierno, mi gente necesita pagar. Necesitamos sobrevivir, pero necesitamos agua para hacerlo. Nos dijeron que la vida va a ser mejor, pero esto nunca es la realidad. Nadie aquí puede pagar el precio del agua. Nadie aquí puede pagar el precio de la vida.
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Hace mucho calor hoy. Belén y yo hemos estado esperando en la fila casi tres horas. Tenemos mucha hambre y sed, pero no quiero salir. Hace un año y medio desde que volví a Bolivia, pero ha sido difícil a encontrar un trabajo estable. Estoy aquí porque los anuncios dicen que “a todos se les dará la oportunidad.” La oportunidad es estar en una película. La gente dice que la película es por un productor famoso de España pero no lo conozco. Estoy aquí para ganar dos dólares cada día para mi familia.  También necesito dinero para la ciudad de Cochabamba. Estamos organizado contra el gobierno y los precios de agua. Dentro de unas semanas habrá una revuelta en las calles y vamos a empezar en frente de del edificio de Aguas del Tunari. Vamos a organizar una revolución en las calles de Cochabamba si necesitamos.
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Finalmente los blancos llegan al centro comunitario donde se están llevando a cabo las audiciones. El director de la película elige a ocho personas en la fila y le dice a los demás que vuelvan a casa. Belén me da un codazo porque ella estaba muy emocionada por la audición. Yo grito a los extranjeros, “¡esto no es justo. Los anuncios dicen que todos recibiremos una oportunidad!” El director bajito con la barba se me acerca y después de unos momentos él acepta mi solicitud.

Durante la audición no puedo pensar en el guion. Yo pienso en la incapacidad de las mujeres para cocinar, la incapacidad de los niños para bañarse, y la incapacidad de los hombres para regar las cosechas, y la incapacidad de mi hija para tener un futuro. Quiero este papel para ayudar mi familia y la gente de Cochabamba. Con los ingresos de ser un actor yo puedo comprar banderas, anuncios, un megáfono y otros materiales. Ellos planean una película, pero yo planeo una revolución por nuestra agua.
Lindsay McPhail 2013

miércoles, 16 de octubre de 2013

Seis monitos


Hoy os presento un cuento de Theresa Benesh, lleno de monitos que saltan en la cama. Un inquietante relato basado en la canción infantil.
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Jack estaba sentado en la mesa, acabando de comer la cena después de un día típico en el hospital. Siempre era lo mismo, como le gustaba; ayudaba a los pacientes, calmaba los padres, y salía para la casa para estar con el amor de su vida.

Eran las nueve de la noche, el teléfono empezó a sonar en la sala; conteniendo su respiración, el buen doctor lo cogió. Oyendo los gritos al otro lado, ya sabía quien era- la madre de los monitos. “¡Doctor, por favor, ayúdame! que mi hijo se cayó de la cama. No está parando de llorar. No sé qué hacer. Golpeó su cabeza y tal vez algo más.” El doctor miró de mala gala a su mujer que estaba de pie en la puerta. Ella, con la sonrisa más linda, le miró con sus ojos azules y cariñosos. Ella insistió en que Jack iría, y él sabía lo que necesitaba hacer.

Llegó al hospital a ver a la familia de monos esperando. Rápidamente agarró el que cayó y fue a examinarle. El doctor se dio cuenta de que no era sólo la cabeza que estaba doliendo del golpe, sino también su brazo izquierdo. Dijo a la madre del mono que necesitaba hacer algunos exámenes para saber que no existía otro problema y después podían regresar a casa. Ella consintió, diciendo “Por lo menos, no es diestro como su hermano.” Antes de salir, el doctor dijo, “¡No más monitos saltando en la cama!.

Jack regresó agotado a su casa. A entrar vio al amor de su vida, con estos ojos azules y su sonrisa linda, esperándole en la puerta. Dio un beso en la boca y le dio los resultados del mono para ponerlos en el despacho, que sólo quería regresar a su cuarto. Finalmente, el día terminó y tuvo su amor a su lado, tan cálido y perfecto.

El próximo día llegó más rápido que quería, sabiendo ya como iba a seguir. Como cada día, el buen doctor fue al hospital bien vestido, con el pañuelo grabado en el bolsillo y listo ya para regresar a su amor. Pasó el día típico sin variación- los pacientes, los padres, y finalmente la salida.

Como siempre, su mujer estaba esperándole en la puerta, con la cena ya preparada. Esta noche, como la última, sonó el teléfono a las nueve. Los ojos de la mujer se iluminaron y fue a atenderlo. Mirando a Jack, dijo que era la madre de los monitos. De nuevo, conteniendo su respiración, habló en el teléfono oyendo los gritos. “Doctor Jack, por favor ¡es mi otro hijo! estaba saltando en la cama y se cayó; golpeó la cabeza y pienso que ocurrió algo más también.

Miró a su mujer con sus ojos de arrepentimiento, sabiendo lo que ella quería y lo que él necesitaba hacer. “No quiero dejarte aquí sola, mi amor. Tu eres mi otra mitad.” Mirando a la puerta, ella contestó que nunca estaba sola siempre y cuando  el amor de su vida vivía. “Vaya Jack, por favor, él necesita de tu ayuda.” Con temor en sus pasos, salió al hospital.

Cuando llegó, de nuevo estaban esperando los monos. Con prisa la madre se levantó, llorando sin control, y explicó al doctor que después de caerse su hijo, su hija hizo lo mismo pero que esta se lastimó la pierna. El buen doctor le dio su pañuelo y lo usó hasta que incluso las iniciales JK estaban empapadas. Jack llevó los monitos a hacer los exámenes y les puso las escayolas. Antes de salir, dijo a la madre, “Por favor, ¡No más monitos saltando en la cama!

Regresó agostado de nuevo a casa, solamente queriendo ver a su amor. La mujer estaba en la puerta, como siempre, con la sonrisa todavía más grande y los ojos azules claros. Jack le dio un beso y ponía los resultados en sus manos para poner en el despacho, aunque quería ir a la cama en su cuarto. Finalmente su amor llegó y se abrazó a su cuerpo tibio.

El próximo día era sábado y el doctor no necesitaba ir al hospital. Podía quedarse con su mujer pasando el día mirando a su sonrisa tan linda. Jack estaba sentado en la mesa cuando ella salió del cuarto. Casi como si fuera en el momento justo, el teléfono sonó. Jack puso su cabeza entre las manos, mirando hacia abajo, no queriendo que su mujer, el amor de su vida lo contesta.  Ya sabía quien era. Se miraron con ojos de anticipación sabiendo bien lo que el otro quería. Se levantó el doctor de la mesa y fue a hablar con la madre de los monitos.

“Doctor, por favor, no sé lo que hacer. ¡Mis últimas dos hijas se cayeron de la cama! Están heridas, por favor, ayúdame.” Jack estaba casi al borde de hundirse en el suelo. No podía aguantar más. Pero su amor, con los ojos claros y cariñosos, le mandaba ir; decía que era su trabajo cuidar de la familia.

Con los resultados en la mano y la sonrisa en la boca, desapareció la mujer en el cuarto. Jack se quedó en la mesa, con la comida preparada, y el pañuelo grabado en su bolsillo interior. Solo quería a su esposa, su amor.

Silenciosamente, Jack oyó la puerta abrirse. Quedó allí el amor de su mujer; mitad hombre, mitad monito, pero el 100 por ciento saludable y curado- Bambiro Kevorkian. “Papá.” Paró el corazón de Jack; no podía ni mirar a estos ojos azules de la criatura. Con las rodillas tan débiles, al borde del colapso, se levantó. Evitando a su hijo, entró al cuarto de su despacho; Allí, sentada en la silla al lado de la cama, estaba su amor. Todavía estaba con la maquina de transfusión de sangre dentro del brazo, combinando la sangre de los monitos y la suya. Sentada en la silla- pálida, ojos claros, y la sonrisa linda en la boca. Miró de mala gana a Bambiro y dijo, “Tu no eres mi hijo, tu no eres mi sangre, has tomado mi otra mitad.”

Con las manos temblando, colocó el pañuelo grabado sobre la cara de su amor. Y por última vez, dijo, “No más monitos saltando en la cama.” 

Theresa Benesh 2013


El dibujo de los monitos saltando en la cama procede de www.guarderiasalamanca.com

martes, 15 de octubre de 2013

El secreto de Rapunzel


La primera actividad creativa del curso Survey of Latin American Literature II (Programa de Otoño 2013 de UVa Hispanic Studies Program en Valencia) consistía en escribir una historia ya conocida, pero desde otra perspectiva. Esta es la esclarecedora versión del cuento de la princesa Rapunzel que nos presenta Stephannie Tamayo.
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No te puedo decir mi nombre porque nunca me lo perdonaré . La historia que te voy a contar es una de esas historias que nunca se deberían repetir,  pero me veo forzado a decir la verdad. Ya no puedo más con esta mentira. Todos saben de la princesa Rapunzel. La mujer bella con cabello mágico, largo, y el más bello de todo el pueblo. También se sabe que la bruja más fea del pueblo la secuestró de niña cuando se dio cuenta de que el cabello iba a hacer  que luciera bella y joven. La historia es contada así,  la bruja mantuvo a Rapunzel capturada en un castillo aislado de todo el pueblo para que nada le pasará a su cabello, pero es hora de contar la historia como realmente pasó.

Fue un día como cualquier otro en mi niñez. Mi madre me ponía la mesa para que pudiera desayunar antes de irme a jugar con mis amigos, cuando de repente me dijo que hoy me tenía que quedar en casa. Ella cerró todas la puertas y las ventanas con llave y me explicó que la princesa había sido secuestrada y que el rey había ordenado que todo el mundo se quedara en casa con cerrojo. Me acuerdo que pasaba el tiempo, una semana, un mes, un año. Cuando la princesa no volvió a los dos años, el rey decidió tener una ceremonia como si hubiera muerto. Ni el nombre le habían dado a la princesa.

Cuando cumplí los 22 años pude comprarme mi primer caballo. Este día fue uno de los días mas felices de mi vida. Decidí montar y explorar mi pueblo. Guié a mi caballo por calles extrañas  por las que nunca me atrevería a ir a pie. Siempre había tenido curiosidad por explorar estas calles pero sin caballo no tenía el valor. Después de media hora llegué a lo que yo pensaba que era un callejón sin salida, cuando de repente vi un pájaro saltar de un arbusto. Encontré esto muy extraño así que fui a investigar.

Una gran sorpresa tuve cuando descubrí lo que había atrás de los arbustos. Encontré un castillo hermoso rodeado de un rio, arboles gigantes, y las flores mas amarillas que había visto en mi vida! Me acerque al castillo y me di cuenta de que no tenía puerta. Grité así al cielo pero nadie me respondía. Grite otra vez, "Hay alguien aquí!" Pero nada. Tenía sed y el agua del río me invitaba a tomar. Me puse de rodillas para coger agua con mis manos cuando de repente todo se me fue a negro.

Me desperté en una recámara con la mujer mas bella que había visto en mi vida frente a mi. "Que buscas aquí?", me preguntó furiosamente. Le expliqué que solo estaba explorando el pueblo cuando por casualidad encontré el castillo. Le dije que no era mi intención ser intruso y que traté de averiguar si alguien vivía en el sitio.  Después le pregunte su nombré y ella me respondió nerviosamente, "Rapunzel. " Con su boca me decía que necesitaba irme pero con los ojos me pedía que me quedara.  Después de un poco de conversación y vino me pidió que me quedara porque no quería estar sola.

Rapunzel era una chica muy diferente y me gustó mucho. Al platicar con ella, me contó la historia de como había llegado a ese castillo tan aislado. Me contó con tristeza que sus padres no la quisieron y que la regalaron y que su mamá adoptiva se había muerto un año antes. Le pregunté a Rapunzel por qué nunca salía del castillo y me dijo que no quería hablar de ello. Cuando Rapunzel me contaba su historia, sentía un nudo en la garganta y la abrazaba mientras lloraba por sus penas.

Los meses pasaban y me fui enamorando. Rapunzel se sentía igual y vivimos aislados del mundo. Conocí a su tía y era una mujer muy buena y cariñosa. Ella nos traía comida cada semana y nunca nos faltaba nada. Un día, le pedí a Rapunzel que se casara conmigo. No podía ser un matrimonio oficial porque Rapunzel todavía no quería salir al pueblo, así que su tía nos hizo una pequeña ceremonia y nos hicimos marido y mujer. Esa noche mas que nada yo quería consumar nuestro amor, pero Rapunzel no parecía interesada. Nos besábamos y cuando intenté hacer más, ella me empujó diciéndome que no se sentía bien.  Cada noche me daba una excusa diferente para no hacer el amor y jamás me dejaba verla denuda.

Una noche mientras cenábamos, ella decidió beber vino. Al la hora de acostarnos por fin me dijo que estaba lista. Nos besábamos apasionadamente y le acariciaba el cuerpo como si tocara una guitarra delicada. Cuando iba acariciar su más intima parte, me di cuenta de que algo no estaba bien. Al sentir lo que toqué di un brinco altísimo. Le grite,” ERES UN HOMBRE!" Mil cosas corrían por mi mente cundo descubrí que la mujer de la que estaba tan enamorado tenía pene. Quería irme enseguida pero al verle la cara, sus ojos, sus lagrimas, yo sabía que tenía que haber una explicación. Lo que me asustó mas fue que aunque había descubierto semejante cosa, todavía sentía el mismo amor y pasión por ella. Después de poder aclarar mi mente un poco, me senté en la cama con ella y le ordené que me diera una explicación.
            "Cuando nací, nací con dos genitales. Mi pene era muy pequeño pero el doctor que ayudó a mi mamá en el parto, no supo que hacer. Mis padres, el rey y la reina,  pensaban que yo era un demonio y que yo era un castigo de dios por algo que ellos habían hecho. Ellos no sabían como explicar lo que yo era a la gente del país y el sacerdote de la iglesia les aconsejó que lo mejor era regalarme. Consideraron matarme pero ellos no podrían vivir con una muerte en sus manos. Tenían que decirle algo a la gente, pues todo el mundo sabía que la reina esperaba un bebé, así que dijeron que me habían secuestrado para que todos se sintieran mal por ellos y nadie sospechará nada. Tengo prohibido entrar al pueblo porque si lo hago, es posible que se descubra la verdad", me dijo dolorosamente.

No pude creer lo que escuchaba. ¿Cómo una mujer tan bella podía también ser un hombre? En fin no me importó y decidí cumplir con la promesa que le hice, "Hasta que la muerte nos separe." Sentí mucha rabia contra el rey y la reina. Como pudieron hacerle esto a una bebé tan pequeño e inocente y decir semejante mentira a la gente del pueblo. Decidí que Rapunzel tenía que regresar al pueblo y enfrentarse a sus padres.

Cuando llegamos, el rey y la reina estuvieron sorprendidos. Se pusieron pálidos como si hubieran visto un fantasma del pasado. Les pedí que le dieran una oportunidad a su hija y que tuvieran compasión. En fin, ellos vieron lo brillante que era y se sintieron muy mal. Por el hecho de que ellos estaban muy arrepentidos y ofrecieron recompensar a la princesa, les prometí no decirle la verdad a la gente. También no quería lastimar a Rapunzel.  Así que se inventó un cuento, el cuento que se ha contado por años y el que todo el mundo conoce. Nunca me he avergonzado de Rapunzel pero tampoco puedo vivir más con esta mentira. Pienso que cuando mi historia se comprenda yo y Rapunzel estaremos ya muertos, pero descansaré en paz sabiendo que alguien mas sabe la verdad.

Stephannie Tamayo 2013

La ilustración procede de arescronida.wordpress.com

jueves, 3 de octubre de 2013

Episodio IV: una nueva esperanza

Este blog nació hace ahora un año en el contexto del Taller de Escritura Creativa del Máster de Estudios Hispánicos. Y fue una buena idea. La disfrutamos tanto los estudiantes, como su profesor, yo mismo.

Ahora, cuando comienza el otoño, en este curso 2013-2014, el blog va a iniciar una nueva vida, dentro del Programa de Estudios Hispánicos de la University of Virginia en Valencia.

En ese Programa, doy, en este semestre, dos clases de literatura: Survey of Latin American Literature II y Hispanic Women Writers. Y en todas mis clases incluyo siempre actividades creativas: escribir un poema vanguardista, después de haber estudiado la vanguardia; escribir un poema conversacional después de estudiar el coloquialismo latinoamericano. Y cuentos también: con final sorprendente, al estilo de Horacio Quiroga; culturalista, al estilo de Leopoldo Lugones... etc. Y a lo largo de los años, me he encontrado con textos excelentes, llenos de intuiciones y de talento.

A mis estudiantes de esas clases les propuse volver a darle vida a este blog. Y estuvieron de acuerdo. También el director del programa en Valencia, el Dr. Eliseo Valle, acogió la idea con entusiasmo.

Me recordaron entonces que aunque a veces ganen los Sith, siempre es posible levantar una nueva esperanza.

Próximamente, nuevos textos por encargo. No os los perdáis.

Jesús Peris Llorca


El fotograma procede de http://bplusmovieblog.com