Tú que nos enseñaste
que el silencio,
no servía para nada.
Y que el grito
hasta el final no resulta inútil,
ni la poesía.
¿Qué podemos esperar,
cuando ya se golpea
a los niños con porras?
¿Cómo le cantamos
a la rosa, aplastada por
el pie del manifestante?
Ahora, te lloran las madres,
sus hijos y los niños,
te llora el obrero, Ángela,
y te lloran los poetas.
Levántate y escribe por el hipotecado,
por el desahuciado y el suicida.
La gente se muere,
se muere de angustia.
Tú, que nos devolviste la canción
te fuiste antes de ver,
que los poetas estamos muertos
por dentro, bien dentro.
Te recordamos hoy,
que ha vuelto el hambre a la calle
y la educación ya no es de todos.
(Pero si no nos morimos a penas un instante,
ahora que todo importa tan poco,
ahora que todo importa más que nunca)
Cuando el muro ciego
nos aprese, cantaremos
con la fuerza de todos.
Ahora, más que nunca,
levantaremos la palabra
por encima del poder
y los Otros.
No abras los ojos, aún no,
espera que arreglemos,
lo que siempre estuvo roto.
Y perdona mis veinticuatro años, Ángela,
tus poemas en la mesita de noche
y la esperanza en los ojos
y en la boca.
Este país se ha vuelto,
otra vez,
un tierra de locos.
Fran Garcerá 2012
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