En este cuento, mi estudiante Kim Church ha construido una ficción a mitad de camino entre el realismo fantástico y el realismo mágico, o entre la mirada obsesiva de la institutriz de Otra vuelta de tuerca, de Henry James y la convivencia con los fantasmas (con las voces) en las ficciones de Juan Rulfo...
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Aunque yo disfrutaba cuidando a los niños, cuidar a
Michael a veces me resultaba difícil. Antes
de ir a la universidad, yo trabajaba para mis vecinos y amigos de nuestra
familia en el cuidado de sus niños. Cada
uno de ellos era diferente, por eso yo disfrutaba mirando cómo se
desarrollaban, sus diferentes personalidades, y cómo ellos pasaban los años en
la escuela secundaria. Yo empecé a cuidar
a Michael cuando él solamente tenía cuatro años. Su familia vivía muy cerca de mi casa, y sus
padres tenían la costumbre de salir por la noche casi cada fin de semana. Yo era una estudiante, por lo que no disponía
mucho dinero, entonces cada vez que sus padres me ofrecían cuidar a su hijo, yo
aceptaba sin pensarlo dos veces.
Normalmente, yo cogía mi tarea con la intención de aprovechar
el tiempo libre, pero Michael nunca me dejaba siquiera un minuto de
respiro. A veces Michael me obedecía y podía
ver tranquilamente la televisión o leer un libro, pero otras veces, su energía insuperable
lo hacía dificultoso. Él siempre exigía
toda mi atención y quería hablar conmigo
cada segundo que pasábamos juntos. En su
casa grande, solíamos ir de habitación en habitación jugando a imaginarnos
batallas y misiones. Unas veces yo era
una bruja y él era el mago, otras teníamos que salvar la ciudad o construíamos
un castillo para defendernos contra un dragón.
Nuestras fantasías me recordaban a mi infancia, pero ahora yo era mayor
que él y ya no creía en esos juegos.
Michael tenía otros amigos, pero para él su tiempo
conmigo era algo muy especial. Por eso, nunca
invitaba a sus amigos a la casa cuando yo estaba allí. Yo esperaba que él invitara a sus amigos y pensaba
que si él invitaba a otros amigos a la casa, yo no tendría que jugar en su
mundo imaginario y podría centrarme en mis estudios. El día llegó en que este evento finalmente
ocurrió. Cuando yo llegué a su casa y
los padres salieron, Michael me dijo que algunos amigos estaban viniendo a las
casa, sin explicación. Nosotros
estábamos esperando a sus amigos, cuando sonó el timbre de la puerta. Él corrió a abrir la puerta y tres compañeros
de su clase entraron. Pensaba que
vendría un gran grupo de amigos, pero no me preocupaba mucho. Les dije a ellos que debían jugar en el
jardín o en la habitación de Michael para estar tranquilos en el primer piso de
la casa. Salieron como un grupo de niños
aventureros y yo les miré por la ventana de la cocina. Me senté a la mesa y empecé leer un libro de
mi clase. Después de cinco minutos, los
niños empezaron correr por la casa con los zapatos sucios y rápidamente me
levanté de la silla y grité que tenían quitarse los zapatos dentro de la
casa. Decidí que yo era la figura autoritaria
y debía aplicar las reglas de la casa, entonces seguí sus pasos hasta el
segundo piso de la casa.
Cuando llegué a la parte superior de las escaleras, oí a los
niños corriendo pos todas partes del segundo piso y supe que estaban jugando
con sus imaginaciones. Primero, yo me
acerqué a la habitación de los padres y encontré un niño en la cama. Entonces le dije que buscara a Michael para
jugar juntos, y se levantó y salió por la puerta. Continué al baño donde un niño estaba jugando
con el agua de la pila, salpicando todo el suelo. Le dije otra vez a este chico que buscara a
Michael para jugar conjuntos.
Finalmente, encontré el tercer niño en la habitación de la hermana mayor
de Michael. Estaba leyendo sus libros cuando le repetí lo mismo. Finalmente, el niño salió la habitación y yo
busqué a Michael.
Le encontré su habitación, solo, jugando con sus juguetes
sentado en el suelo. Le dije, “¿Michael,
dónde están tus amigos?” Y él me
respondió, “Mis amigos verdaderos no están aquí. Los que vinieron eran mis amigos imaginarios,
pero ahora, ya no quiero jugar con ellos.”
Yo le miré con curiosidad y contesté, “Me caen bien tus amigos
imaginarios. ¿Volverán algún día?” Él
dijo, “Claro, pero ahora quieres jugar conmigo?” Y yo respondí, “Sí.”
Kim Church 2013
La foto procede de flyhigh-by-learnonline.blogspot.com.es/
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