domingo, 1 de diciembre de 2013

El juego imaginario


En este cuento, mi estudiante Kim Church ha construido una ficción a mitad de camino entre el realismo fantástico y el realismo mágico, o entre la mirada obsesiva de la institutriz de Otra vuelta de tuerca, de Henry James y la convivencia con los fantasmas (con las voces) en las ficciones de Juan Rulfo...
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Aunque yo disfrutaba cuidando a los niños, cuidar a Michael a veces me resultaba difícil. Antes de ir a la universidad, yo trabajaba para mis vecinos y amigos de nuestra familia en el cuidado de sus niños.  Cada uno de ellos era diferente, por eso yo disfrutaba mirando cómo se desarrollaban, sus diferentes personalidades, y cómo ellos pasaban los años en la escuela secundaria.  Yo empecé a cuidar a Michael cuando él solamente tenía cuatro años.  Su familia vivía muy cerca de mi casa, y sus padres tenían la costumbre de salir por la noche casi cada fin de semana.  Yo era una estudiante, por lo que no disponía mucho dinero, entonces cada vez que sus padres me ofrecían cuidar a su hijo, yo aceptaba sin pensarlo dos veces. 

Normalmente, yo cogía mi tarea con la intención de aprovechar el tiempo libre, pero Michael nunca me dejaba siquiera un minuto de respiro.  A veces Michael me obedecía y podía ver tranquilamente la televisión o leer un libro, pero otras veces, su energía insuperable lo hacía dificultoso.  Él siempre exigía toda  mi atención y quería hablar conmigo cada segundo que pasábamos juntos.  En su casa grande, solíamos ir de habitación en habitación jugando a imaginarnos batallas y misiones.  Unas veces yo era una bruja y él era el mago, otras teníamos que salvar la ciudad o construíamos un castillo para defendernos contra un dragón.  Nuestras fantasías me recordaban a mi infancia, pero ahora yo era mayor que él y ya no creía en esos juegos.  

Michael tenía otros amigos, pero para él su tiempo conmigo era algo muy especial.  Por eso, nunca invitaba a sus amigos a la casa cuando yo estaba allí.  Yo esperaba que él invitara a sus amigos y pensaba que si él invitaba a otros amigos a la casa, yo no tendría que jugar en su mundo imaginario y podría centrarme en mis estudios.  El día llegó en que este evento finalmente ocurrió.  Cuando yo llegué a su casa y los padres salieron, Michael me dijo que algunos amigos estaban viniendo a las casa, sin explicación.  Nosotros estábamos esperando a sus amigos, cuando sonó el timbre de la puerta.  Él corrió a abrir la puerta y tres compañeros de su clase entraron.  Pensaba que vendría un gran grupo de amigos, pero no me preocupaba mucho.  Les dije a ellos que debían jugar en el jardín o en la habitación de Michael para estar tranquilos en el primer piso de la casa.  Salieron como un grupo de niños aventureros y yo les miré por la ventana de la cocina.  Me senté a la mesa y empecé leer un libro de mi clase.  Después de cinco minutos, los niños empezaron correr por la casa con los zapatos sucios y rápidamente me levanté de la silla y grité que tenían quitarse los zapatos dentro de la casa.  Decidí que yo era la figura autoritaria y debía aplicar las reglas de la casa, entonces seguí sus pasos hasta el segundo piso de la casa.

Cuando llegué a la parte superior de las escaleras, oí a los niños corriendo pos todas partes del segundo piso y supe que estaban jugando con sus imaginaciones.  Primero, yo me acerqué a la habitación de los padres y encontré un niño en la cama.  Entonces le dije que buscara a Michael para jugar juntos, y se levantó y salió por la puerta.  Continué al baño donde un niño estaba jugando con el agua de la pila, salpicando todo el suelo.  Le dije otra vez a este chico que buscara a Michael para jugar conjuntos.  Finalmente, encontré el tercer niño en la habitación de la hermana mayor de Michael. Estaba leyendo sus libros cuando le repetí lo mismo.  Finalmente, el niño salió la habitación y yo busqué a Michael.

Le encontré su habitación, solo, jugando con sus juguetes sentado en el suelo.  Le dije, “¿Michael, dónde están tus amigos?”  Y él me respondió, “Mis amigos verdaderos no están aquí.  Los que vinieron eran mis amigos imaginarios, pero ahora, ya no quiero jugar con ellos.”  Yo le miré con curiosidad y contesté, “Me caen bien tus amigos imaginarios. ¿Volverán algún día?”  Él dijo, “Claro, pero ahora quieres jugar conmigo?”  Y yo respondí, “Sí.” 

Kim Church 2013 
La foto procede de flyhigh-by-learnonline.blogspot.com.es/

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