sábado, 1 de diciembre de 2012

El lobo y los cabritones


                              Cuando lloro, quien llora dentro de mi es cualquiera”
                                                         Gabriel Celaya. Pasa y sigue.

Tranquila mamá que no viene el lobo,
Dice esta vez un hijo a su madre.

A través de las lágrimas no escuchadas
Que tienden a juntarse en mi rostro
Palpita el sentimiento,
Unido al vuestro.
 Es ciencia.

Doy mi verso, mi palabra, mi vida, mi alma
Lo único que tengo
Para que sean escuchadas.

No tengo otro lugar para recibiros más que mi baño
En él me encierro, lloro y expreso vuestras voces
No creo por ello que lo haga bien o mal
Simplemente lo hago.
Mientras os escucho, bailo sola,
Tarareo
Os abrazo
Me abrazo a mí misma
En esta soledad compartida.
Con la vuestra.
Con otras gotas que se juntan como lluvia
Y hacen un charco para ser pisoteado
Sin embargo siempre húmedo.
Hasta que salga el sol.

¡No me quedaré aquí, eso es lo que quieren!
¡Saldré a gritar por vosotros, por mí!
¡Saldré a recibir!

Pero ahora no
Ahora no puedo
Demasiado odio
Demasiado desgarro
Shhhhhhhhhhhhhhhhh…………..
Silencio, solo un instante,
Tranquilidad de un momento previo
Paz, sosiego
Para compartirlo con vosotros
Consuelo
Como el que se experimenta en el mecer  de una madre
Vamos a pensar en frío.

Ahora sí.
Nervios que dan vuelta a nuestras pulsaciones
Cabezas multiplicadas en preocupaciones, aquí y allá
Haceos una
Como las gotas, con distintos colores
Pero iguales.

No escondo, porque no me da miedo el lobo
No estoy detrás del reloj.

Frente al espejo estamos todos:
Unas manos alargadas que piden subsistir.
El ocaso del cielo que esconde hogares atravesados por su luz.
Las letras se disuelven en reuniones mal planteadas.
El dedo señala culpables pero no hay nadie
En el asiento
Del acusado.

La gente se agrupa y no lo vemos
Son solo murmullos de noticias
Cuerpos inanimados
Sangre preconcebida
Inocentes
Pero culpables.
Comentan los indecentes,
Impúdicos
Arrogantes
Desalmados.

Nuestros ríos y molinos
Son botellas de champagne que bebe el ganador.

Cae por mi rostro la madre que se convierte en hija y se pregunta
¿Por qué no lo dejé vivir en el limbo dónde los niños aún no han nacido?
Las  maletas están listas.

Mi rostro se vuelve sombra,
Recojo la angustia, el temor, el anhelo
Del mundo que pensaron, que pensamos
De lo incrédulos que fuimos al creernos la mentira
Pues seguimos siendo, ancestros.
Los de antes,
 Jubilados
 Trabajando sin contrato.

No podrán ser atendidos
Los que no tengan padrino.

Cero con sesenta y nueve es tu nuevo D.N.I
Y miden el alimento, no son tiempos de posguerra.
Pero espera.

Una lágrima rota ha caído
Y me miro
Toda río
Desbordada
No se oye nada
No se oyen risas
No se oyen quejas
Mi sollozo representa la última carta por la que pido
Una mujer en un rincón encogida
Toc, toc
Ya han venido
Enséñanos la patita.
Silvia Cámara 2012

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