En esta reflexión costumbrista, mi estudiante Olivia Hallac del programa de Michigan State University en nuestra ciudad saca interesantes conclusiones a partir del comportamiento de los perros en Valencia...
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Un
montón de perros. En cada lugar a que
voy en Valencia. Casi cada persona que
yo veo tiene un perro. Aunque hay una
ley que requiere que la gente use correas, algunos de los dueños de perros no
usan correas. La gente no usa correas
porque no las necesitan; los perros no tratan de huir. Los perros corren y juegan mientras sus
dueños caminan y hablan en las calles.
Todos ellos son amigos y no hay peleas.
Está claro que los perros en Valencia son fieles y respetan a sus dueños.
Mi madre aquí tiene una perra que se
llama Meiga. Ella siempre escucha y
obedece a mi madre. Meiga sigue a mi
madre a todas partes. En mi primer día
aquí en Valencia, mi madre, Jaclyn y yo caminábamos por las calles cerca de
nuestra casa. Meiga nos siguió todo el
tiempo. Fuimos a Mercadona y ella esperó
fuera. Entonces comimos en un
restaurante y Meiga se sentó al lado de nuestra mesa sin correa. Meiga socializó con otros perros y otras
personas cerca del restaurante y persiguió su pelota. Independientemente de la comida , ella nunca estaba
fuera de nuestra vista.
Pienso que es posible que los perros
reflejen a la gente de Valencia, y posiblemente, reflejen a la gente de toda
España. Los perros pueden correr con
libertad, como la gente puede ser independiente. La característica que estos grupos comparten
es que volverán. Hay lealtad y confianza
con perros en Valencia tal como estas cualidades existen entre la gente
también. Casi cada día voy a un café con
mis amigas para hacer mi tarea. Las
trabajadoras siempre toman nuestros pedidos y regresan rápidamente con la
comida o las bebidas. A veces me siento
por horas y directamente antes de salir, es necesario que vaya dentro para
pagar. Hay una confianza implícita
porque las trabajadoras creen que sus clientes son honestos. Al igual como un perro, en los cafés aquí en
Valencia la lealtad existe entre los clientes y los trabajadores.
Cuando comparamos la representación
entre los perros y la gente en los Estados Unidos y la representación entre los
perros y la gente en Valencia, hay una diferencia. Como una americana, esta lealtad en Valencia
es diferente para mí. Con respecto a los
perros, en mi casa en Nueva York tengo dos perros y siempre necesito usar
correas. Yo sé que mis perros me aman
pero es posible que ellas se pierdan o se hieran. Hay un poco de fideicomiso pero siempre
miedo. Desde mis experiencias, pienso que
los perros en los Estados Unidos también reflejan a la gente pero en una peor manera.
Sin confianza y lealtad, no hay
felicidad. Deseo que los hombres con que
he tenido relaciones con en el pasado actuaran más como un perro en Valencia. Tal vez entonces no habría dolor o
desamor. También tal vez entonces habría
más respecto por las relaciones y el aprecio por el amor.
Un montón de perros. Si todo el mundo actuara como los perros en
Valencia, el mundo sería un lugar mejor. Mujeres jóvenes como yo pueden proteger sus
corazones del dolor. Cuando se llama una
persona “un perro” en los Estados Unidos y también en otros países es un
insulto. No debería ser un insulto. Creo
que en circunstancias especiales, llamamos una persona “perro” podría ser una
buena cosa si hablamos de los perros en Valencia. Pienso que con confianza y lealtad como los perros
en Valencia, habría más paz y felicidad entre las personas.
Olivia Hallac 2015
La fotografía procede de www.doogweb.es
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