martes, 13 de mayo de 2014

¡Bang! ¡Bang!

Katherine Krudys nos propone este excelente relato sobre las emociones virtuales. Y las reales...

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¡Bang! ¡Bang! suenan las pistolas.

-Cariño, por favor baja la voz.  Casi llegamos. dice la madre.  Ella no ha dado la vuelta para decir esto.  Se ha quedado mirando hacia delante en el asiento del pasajero y reanuda hablar de cosas de adultos con el padre.



El niño pulsa el botón, pero con frustración porque sabe que el juego no es el mismo sin los fuertes sonidos de emoción. Continúa jugando.  Este es su juego favorito aun con poco volumen.  Sus amigos les gustan juegos con pájaros enfadados y con cuadrados de colores brillos, pero para Carlos un juego cuando puedes ser un soldado es el mejor de todos.

El padre aparca el coche.  El niño no se da cuenta. 

-Carlos, nos vamos ya. dice la madre.

-Pero puedo llevar la tablet?”

-Sí, sí.  Sólo vamos a estar aquí por un ratito y después vamos a comer.  Pero ven ya.

-¡Bang! ¡Bang!

Carlos apenas ha oído a su madre.  No puede preocuparse de detalles pequeños.  Ha llegado la gran batalla, para sobrevivir este nivel, hay que concentrarse.  Las balas van en todo direcciones creando un ambiente de caos total, pero para Carlos el caos de la batalla es el momento para demostrar su valor.  Pulsa el botón para escapar de los disparos de sus enemigos. 

El niño sólo sigue el sonido de los tacones de su madre contra la acera.   No se saca los ojos de la pantalla.

Entran en el edificio.  Esta vez, Carlos se da cuenta de dónde están.  El edificio siempre huele horrible como a remolachas en lata.  Como a piña en lata, como a carne en lata, como a judías verdes en lata.  Todo huele a lata.  Nada en este edificio huele fresco. 

-Espero que él esté despierto.  ¿Recuerdas la última vez que vinimos? - dice el padre con el periódico en sus manos.

Bang, Bang.  Necesita enviar más tropas al frente, piensa Carlos.  Todos los soldados a su alrededor están cubiertos de sangre, pero Carlos está determinado a vencer al enemigo para avanzar.

-Ah, aquí está.  Vamos.- dice la madre.

Carlos sigue a sus padres pero no puede levantar la cabeza.  Necesita conseguir más armas para sus tropas.  ¡Bang, Bang!



¡Paf! Él choca con una sofá. 

-¡Carlos, ven!

Se sientan. Su padres dice algunas cosas en voz muy alta, pero Carlos no escucha.  Ha llegado a un punto crucial.  Tiene que determinar si conseguir más armas vale la pena porque cuesta muchos puntos. 

¡Bang! ¡Bang!

Carlos decide que no necesita conseguir más armas.  Ya está ganando.  La madre continúa hablando fuerte y muy despacio.  El padre lee un resumen del partido de ayer.

-Carlos vamos ahora.  Da un beso a tu bisabuelo. dice la madre.

-Adiós bisabuelo.

-Adiós cariño, cuídate mucho.

Mientras saluda al bisabuelo, las tropas del enemigo han ganado fortaleza. 

-¿Cuando vais a volver? Hace mucho tiempo de tu última visita.

-Pronto abuelo, pronto.  Nos vemos. Un beso.

El sonido de los tacones va hacia la puerta, pero Carlos no puede levantar la cabeza. Está perdiendo ahora porque no podía hacer una pausa cuando le ha dado un beso a su bisabuelo.

Los padres discuten qué van a comer.

¡Bang! ¡Bang!

Salen del olor a lata.

La música triste empieza en el tablet.

-¡Mama, he perdido!,  ¡he perdido! ¡Iba a ganar!

-¡Carlos no quiero oírlo! ¡Sube!

Suben al coche y van en la dirección de la carretera.

Carlos empieza a jugar de nuevo.  Tiene que volver al primer nivel. ¡Bang! ¡Bang!

Van a comer espaguetis.

Pasan la señal que se lee “Gracias por su visita a la residencia de ancianos veteranos.”

¡Bang! ¡Bang!



La fotografía del niño procede de http://www.kiubolez.com
La imagen del videojuego procede de multiplayerblog.mtv.com
Katherine Krudys 2014

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