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¡Bang!
¡Bang! suenan las pistolas.
-Cariño,
por favor baja la voz. Casi llegamos.
dice la madre. Ella no ha dado la vuelta
para decir esto. Se ha quedado mirando
hacia delante en el asiento del pasajero y reanuda hablar de cosas de adultos
con el padre.
El
niño pulsa el botón, pero con frustración porque sabe que el juego no es el
mismo sin los fuertes sonidos de emoción. Continúa jugando. Este es su juego favorito aun con poco volumen. Sus amigos les gustan juegos con pájaros enfadados
y con cuadrados de colores brillos, pero para Carlos un juego cuando puedes ser
un soldado es el mejor de todos.
El
padre aparca el coche. El niño no se da
cuenta.
-Carlos,
nos vamos ya. dice la madre.
-Pero
puedo llevar la tablet?”
-Sí,
sí. Sólo vamos a estar aquí por un
ratito y después vamos a comer. Pero ven
ya.
-¡Bang!
¡Bang!
Carlos
apenas ha oído a su madre. No puede preocuparse
de detalles pequeños. Ha llegado la gran
batalla, para sobrevivir este nivel, hay que concentrarse. Las balas van en todo direcciones creando un
ambiente de caos total, pero para Carlos el caos de la batalla es el momento
para demostrar su valor. Pulsa el botón
para escapar de los disparos de sus enemigos.
El
niño sólo sigue el sonido de los tacones de su madre contra la acera. No se
saca los ojos de la pantalla.
Entran
en el edificio. Esta vez, Carlos se da
cuenta de dónde están. El edificio
siempre huele horrible como a remolachas en lata. Como a piña en lata, como a carne en lata,
como a judías verdes en lata. Todo huele
a lata. Nada en este edificio huele
fresco.
-Espero
que él esté despierto. ¿Recuerdas la
última vez que vinimos? - dice el padre con el periódico en sus manos.
Bang,
Bang. Necesita enviar más tropas al
frente, piensa Carlos. Todos los
soldados a su alrededor están cubiertos de sangre, pero Carlos está determinado
a vencer al enemigo para avanzar.
-Ah,
aquí está. Vamos.- dice la madre.
Carlos
sigue a sus padres pero no puede levantar la cabeza. Necesita conseguir más armas para sus tropas. ¡Bang, Bang!
¡Paf!
Él choca con una sofá.
-¡Carlos,
ven!
Se
sientan. Su padres dice algunas cosas en voz muy alta, pero Carlos no escucha. Ha llegado a un punto crucial. Tiene que determinar si conseguir más armas
vale la pena porque cuesta muchos puntos.
¡Bang!
¡Bang!
Carlos
decide que no necesita conseguir más armas.
Ya está ganando. La madre
continúa hablando fuerte y muy despacio.
El padre lee un resumen del partido de ayer.
-Carlos
vamos ahora. Da un beso a tu bisabuelo.
dice la madre.
-Adiós
bisabuelo.
-Adiós
cariño, cuídate mucho.
Mientras
saluda al bisabuelo, las tropas del enemigo han ganado fortaleza.
-¿Cuando
vais a volver? Hace mucho tiempo de tu última visita.
-Pronto
abuelo, pronto. Nos vemos. Un beso.
El
sonido de los tacones va hacia la puerta, pero Carlos no puede levantar la
cabeza. Está perdiendo ahora porque no podía hacer una pausa cuando le ha dado
un beso a su bisabuelo.
Los
padres discuten qué van a comer.
¡Bang!
¡Bang!
Salen
del olor a lata.
La
música triste empieza en el tablet.
-¡Mama,
he perdido!, ¡he perdido! ¡Iba a ganar!
-¡Carlos
no quiero oírlo! ¡Sube!
Suben
al coche y van en la dirección de la carretera.
Carlos
empieza a jugar de nuevo. Tiene que
volver al primer nivel. ¡Bang! ¡Bang!
Van
a comer espaguetis.
Pasan
la señal que se lee “Gracias por su visita a la residencia de ancianos
veteranos.”
¡Bang!
¡Bang!
La fotografía del niño procede de http://www.kiubolez.com
La imagen del videojuego procede de multiplayerblog.mtv.com
Katherine Krudys 2014
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