De repente, una clase sobre la vanguardia, en UVA Hispanic Studies Program nos lleva a un sencillo ejercicio de estilo. Una estudiante dice que le resulta imposible escribir un poema sin intentar comunicar un mensaje, porque es como ir en contra de todo lo que hemos aprendido desde pequeños. Y, sí, en efecto. Así es. Esa es la idea. Romper el lenguaje, tensarlo, para dejarlo hablar de verdad.
Después, imaginamos una historia. La reducimos a sensaciones punzantes, y con ella construimos un poema inspirado en el creacionismo de Huidobro. Queda escrito en la pizarra, y ese es su mayor gesto vanguardista. Un poema efímero: escritura de un instante en otro instante.
Las tardes
la línea de la luz
en el fondo.
Y semáforos. Las luces son de coches
en la avenida.
Ochenta y uno.
Un asiento libre. El mar
es otro
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